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Ginocracia encubierta en una comunidad Akan

por Phil Bartle, PhD

traducción de Mª Lourdes Sada

Ginocracia encubierta

Los antropólogos se han dado mucha prisa en señalar (a los feministas) que la noción de matriarcado primordial no se basa en hechos empíricos. No obstante, muchas sociedades contemporáneas se caracterizan por sistemas matrilineales, y se sabe que algunas sociedades antiguas también reconocían la descendencia por línea materna. Algunos sociólogos comienzan y terminan sus argumentos señalando que el sistema matrilineal no es un matriarcado. Pero eso no es definitivo. La discusión continuará aquí, haciendo referencia a una comunidad matrilineal.

En una reciente colección de ensayos relacionados con las mujeres en la sociedad cultural, los editores apuntaron que «la asimetría sexual es actualmente un hecho universal de la vida social humana» (Rosaldo y Lamphere, 1974:3), pero señalando que el grado de desigualdad es una variable cultural y no está determinada ni biológicamente, ni por otras causas socialmente inmutables.  Al describir la relación entre los sexos en una comunidad, este ensayo incorpora al cuadro una amplia variedad cultural en la desigualdad social, y de esta forma añade implícitamente más fuerza al movimiento para eliminar dicha asimetría. Aquí, en una comunidad Akan, examinaremos las dimensiones de la desigualdad tal y como se aplican a las mujeres: «poder» o la posibilidad de seguir su propio camino a pesar de las potenciales oposiciones, «autoridad» o la exigencia legítima de obediencia, «influencia» o la posibilidad de persuadir a la gente de que actúe de una forma determinada, «prestigio» o el reconocimiento y el respeto públicos, «independencia» o la libertad de evitar exigencias de personas con autoridad, y «cargo», que es una posición reconocida referente a una situación en la que se incluyen la autoridad, el prestigio y el poder. Todas ellas pueden encontrarse combinadas de distintas formas, entre los sexos, en las diferentes sociedades.

En uno de los artículos de la citada colección, Sanday, en un análisis comparativo, aísla tres factores que contribuyen a esta variación. Apunta que la reproducción, subsistencia y defensa son cruciales para la supervivencia, y que la primera, reproducción, limita la participación femenina en la tercera, defensa. La contribución a la segunda, subsistencia, es por lo tanto la más importante a la hora de determinar su estatus. Las mujeres pueden producir o no bienes de subsistencia, pero si los hombres controlan el producto o su asignación, el estatus de la mujer será bajo. En la sociedad abajo descrita, las mujeres tienen el control sobre los frutos de la producción, pero esto no lleva necesariamente al antagonismo entre los sexos o al reconocimiento de las mujeres en las esferas religiosas o rituales (Sanday, 1974:196). Ambas se aplican hasta cierto punto, pero una tercera alternativa sugerida por Bleak (1975) parece ser más apropiada: la ocultación del poder de las mujeres bajo un aluvión de ideologías expresa un dominio masculino.


Aunque los hombres dan la cara y se les reconoce, las mujeres toman las decisiones importantes mientras se ocultan en un segundo plano

Bleek argumenta que esta muestra tan patente de respeto y cortesía hacia los hombres por parte de las mujeres evita conflictos y protege de forma sustancial la posición social y económica que las mujeres disfrutan. Aquí, el objetivo no es documentar la disparidad entre la apariencia y la realidad, pues Bleek ya lo ha hecho con una comunidad vecina y muy similar, sino examinar los factores culturales y sociales de ese poder oculto.

Aunque no es un artículo teórico, se debe hacer alguna mención de las suposiciones que contribuyen al análisis. La cultura (C) se considera compuesta por un cierto número de variables (TEPSIV), que pueden verse como dimensiones de la cultura: tecnología, economía, política, instituciones sociales, ideología y visión del mundo. Cada dimensión contiene grados de independencia o dependencia como variables, pero su combinación, en orden descendente, comienza con la más independiente (T), y acaba con la menos independiente (V). En una sociedad, es más sencillo introducir nuevas herramientas que nuevas ideas sobre lo que está bien o mal. No obstante, todas estas variables (TEPSIV) corresponden a comportamientos humanos aprendidos, es decir, cultura. Cada una de ellas se considera cambiante y cada cambio afecta al estatus de las mujeres, que aquí se ve como una variable dependiente. En la comunidad abajo descrita, se describe una variable como longitud de la estructura, en particular de la estructura de los grupos de descendencia por línea materna. En términos matemáticos podemos considerar y = I(x), en donde «y» es la variable dependiente, es decir, el estatus de las mujeres con respecto a los hombres, que es una función de la cultura (C). La fórmula puede hacerse más explícita de esta forma: I(x) = DC = a + bT + cE + dP + eS + fI + gV, donde T, E, P, S, I, V se refieren a las dimensiones de la cultura antes mencionadas. La constante «a» se deriva de la aparente persistencia de ciertos aspectos del estatus de las mujeres a pesar de los considerables cambios en todas estas dimensiones, cambios que pueden llevarnos a esperar unos cambios igualmente considerables en el estatus de la mujer. No obstante, esta aparente anomalía puede entenderse por medio de la introducción de una variable de intervención, la estructura de la línea materna.

Como otras variables superorgánicas o culturales, la línea materna sobrevive por adaptación, y su aparente persistencia en el estatus relativamente alto de las mujeres, a pesar de la introducción de cambios culturales que pueden conducir a una disminución de ese estatus, puede atribuirse a procesos causales de reacción, por medio de esa variable de intervención. De esta forma, para comprender la posición de las mujeres en la sociedad Akan y sus cambios, debe comprenderse la descendencia por línea materna.


Campesino

La línea materna no es un reflejo de la línea paterna. Las sociedades matrilineales difieren tanto de las sociedades patrilineales como de las bilaterales en las que la institución del matrimonio tiende a ser relativamente débil (Schneider y Gough 1961, Goode 1963). Bleek (1975a) ha documentado esa debilidad en la sociedad de los Kwawu, de quien hablaremos más adelante. La contratación de miembros por grupos corporativos, únicamente por vía de descendencia materna, por ejemplo, tiene como resultado que las mujeres detenten cierto tipo de prestigio e influencia que no tendrían en otras sociedades, en las que pertenecen, están dominadas, o se espera que sirvan primero al padre y luego al marido. Se pueden hacer otras comparaciones, pero aquí el propósito no es comparar la descendencia por línea materna con otras formas, sino identificar elementos que permiten el acceso de las mujeres al poder y al prestigio en una sociedad matrilineal compleja, y después examinar los efectos de la occidentalización, la industrialización y la urbanización.

El elemento de descendencia matrilineal es un factor importante en el análisis. Se mostrará que el acceso informal al poder y a la influencia, y el reconocimiento ocasionalmente formalizado (institucionalizado) de ese acceso, la autoridad y posición informales, constituyen mecanismos para la toma de decisiones (formación política) y reconocimiento (honorabilidad) de las mujeres de la comunidad.

El aumento de la incorporación de esa población en el sistema económico capitalista multinacional, parece debilitar la función e importancia de estos mecanismos, en caso de que sobrevivan.

La comunidad seleccionada para este análisis está compuesta de gente de Obo, una ciudad situada en las laderas de Kwawu, en la zona este de Ghana.  Obo tiene una población residente de unas 5000 personas, además de una población dispersa de unas 20 000 (Bartle, 1978b), todos ellos denominados gente de Obo. Los Obo que no reside en esta ciudad, buena parte de los cuales son emigrantes urbanos, se identifican con su ciudad de origen, haciendo visitas con propósitos rituales, construyendo o proyectando una casa en Obo, y esperando que al final, serán enterrados ahí. (1).

Es más, las descripciones etnográficas de Asante (Ashanti) se pueden aplicar a Obo. Al igual que en otras sociedades Akan, como los Asante, el poder y el cargo político se simbolizan por la posesión de un taburete ancestral ennegrecido. En la ciudad de Obo se ubican varios de estos taburetes que pertenecen a varias líneas de descendencia materna, que confederadas forman la estructura política de Obo, encabezada por un jefe que es el representante de su línea materna.  Como en las ciudades estado griegas, Obo y otras ciudades Akan similares poseen grandes áreas de tierras circundantes en las que se sitúan poblados satélites. Aunque Obo está en una zona rural, su posesión de taburetes negros la distingue de sus poblados, y así se puede aplicar el término «ciudad rural» (Field, 1948). De esta forma, la organización política se basa en la descendencia por línea materna: los tribunales de los jefes, cuya responsabilidad principal es zanjar disputas, representan la confederación de líneas de descendencia.

Dentro de la estructura política Akan «tradicional», Obo es la población principal de la división Nifa del estado de Kwawu, por encima de las cinco ciudades con taburetes subordinadas a ella en esta división, y de unos cientos de poblados y aldeas satélites de las seis ciudades con taburetes.  En el actual Consejo Tradicional de Kwawu, el jefe de Obo es un jefe parcial, y como los otros cuatro jefes (de las divisiones de Adonten, Kyidom, Benkum y Gyaase), debe lealtad directamente al jefe supremo de Kwawu. Los jefes de otras ciudades con taburetes deben lealtad indirectamente a este jefe supremo a través de sus respectivos jefes parciales.  El jefe supremo de Kwawu es miembro del Consejo de Jefes de la Zona Este. Esto formaliza el reconocimiento gubernamental de la jefatura, y complementa la estructura legal de Ghana, que reconoce los tribunales de estos jefes y los juicios sobre leyes basadas en las costumbres, incluyendo la ocupación Akan de la tierra, la descendencia y herencia matrilineal y otros principios reconocidos en los tribunales de jefes. Actualmente, todos los jefes de las ciudades con taburete de Kwawu son hombres.

Las gentes de Kwawu comparten una historia de migraciones desde las mismas áreas de origen que los Asante y otros Akan.  Aproximadamente desde 1742 hasta 1874, Kwawu formaba parte del Imperio Asante, y el jefe supremo debía lealtad al Asantehene de Kumasi.  Obo fue la más reacia de las ciudades Kwawu que decidieron declarar su independencia de Asante (1874-76) y buscaron un estatus de protectorado británico.  Durante el periodo de «independencia», hasta 1888 cuando el Reino Unido firmó un tratado con todos los jefes Kwawu, el jefe Obo lideraba la facción proasante, que se oponía a los misioneros británicos y suizos que actuaban como agentes británicos.

Recogí datos sobre los Obo a lo largo de extensos periodos de asociación con la ciudad: primero como profesor en una ciudad Kwawu cercana, entre 1965-67, después como estudiante de doctorado en la Universidad de Ghana donde el trabajo de campo (1972-75) incluyó observación intensiva y participativa, investigación de archivos y administración de varios cuestionarios y entrevistas, y finalmente como profesor de la Universidad de Cape Coast, gracias a un estudio en marcha sobre los emigrantes Kwawu al distrito de Cape Coast, y sus frecuentes visitas a Obo para contactos rituales o sociales, como otros emigrantes cíclicos de Obo. En el curso de la investigación, se hicieron contactos con emigrantes de Obo en varias áreas rurales por todo Ghana y Costa de Marfil, donde existen parentescos Akan, además de en centros urbanos de etnias heterogéneas.

En alguna parte (Bartle, 1978b) he descrito la organización social de los Kwawu, dedicando una atención especial a la migración cíclica que efectúa una comunidad dispersa cuatro veces mayor que la población residente. La naturaleza exclusiva pero complementaria de las familias conyugales y los grupos de descendencia matrilineal, y la resolución de conflictos inherentes entre ambas deben entenderse en el contexto de la migración cíclica.

En la antigüedad, la guerra era endémica en la selva tropical, y las comunidades que habitaban asentamientos nucleares de líneas de descendencia confederadas sobrevivieron, prosperaron y se expandieron. La guerra era exacerbada por la demanda de esclavos en el litoral.  Los Akan sobrevivieron en este entorno, y en su momento llegaron a reemplazar a varios grupos Guan que habían vivido en comunidades organizadas de rígida descendencia patrilineal en las mismas zonas.



Los asentamientos nucleares eran adecuados para la defensa, pero sus poblaciones crecientes tenían que explotar terrenos boscosos cada vez más alejados de sus núcleos. El crecimiento de poblados satélites era la solución, y una forma de migración cíclica contribuyó a su continuación como sectores integrales de una comunidad móvil, es decir, como complementos del núcleo.  Los niños eran criados en la seguridad de la ciudad de origen, a menudo por las tías o abuelas maternas. Cuando crecían se trasladaban a las aldeas y poblados satélite para cazar y cultivar la tierra.  Durante la madurez, se hacían frecuentes visitas a la ciudad de origen para asistir a funerales y otras ceremonias, y para zanjar disputas. Normalmente, los esposos que habían vivido juntos en los satélites se separaban durante estas visitas, y cada uno se alojaba en la casa de su respectiva línea materna. Cuando las personas se hacían ancianas, los asuntos conyugales perdían importancia, mientras que las responsabilidades e intereses matrilineales se incrementaban de forma inversa.  La residencia tendía a cambiar de nuevo, de vuelta a la ciudad de origen, sobre todo en los casos de las personas que adoptaban papeles de importancia en sus líneas de descendencia materna.  El ciclo vital se completaba con la vuelta definitiva a la ciudad de origen para ser enterrado.  De esta forma, las vidas correspondían a un sistema dinámico de migración cíclica y a una movilidad espacial que, por tanto, era el elemento clave en las comunidades simples, consistentes en asentamientos nucleares complementarios y sus satélites.

Este patrón de movilidad ha sobrevivido hasta el presente, pero ahora se añade la residencia de la gente Obo en zonas urbanas y sus áreas rurales de influencia durante ciertas fases de sus vidas. La urbanización no ha tenido siempre como resultado la transferencia permanente de los campesinos a las ciudades.  Los hijos de los campesinos y de los emigrantes urbanos se crían normalmente en el entorno de la casa de su línea materna en la ciudad de origen de esta línea, emigran a zonas rurales y periféricas, donde viven durante unos años en sus nuevas residencias conyugales y finalmente se retiran a edades avanzadas de nuevo a la ciudad de origen de su línea materna.

Las mujeres vuelven normalmente a edades más tempranas que los hombres y suelen vivir más tiempo, por tanto las poblaciones de las ciudades de origen están compuestas por una mayoría de mujeres y niños. El cien por cien de los adultos residentes ha pasado cierto tiempo fuera de Obo, y la mayoría ha residido al menos parte de ese tiempo en áreas urbanas. Durante las visitas a la ciudad de origen, sobre todo en ocasiones rituales y ceremoniales se suspende la residencia matrimonial, asociada a las localidades del entorno, y los esposos se trasladan a vivir a sus casas respectivas de origen.  De ahí el tradicional «modelo Ashanti» colonial y etnográfico, en el que cada cónyuge se aloja con su línea materna respectiva (los niños corren de casa de mamá a casa de papá cada noche llevando ollas de comida).  La familia nuclear no es el pilar básico como en las sociedades bilaterales, ni tampoco se incorpora dentro de las líneas en estas sociedades patrilineales, en las que la esposa se convierte en un miembro de la línea materna de su marido.  La familia nuclear temporal debe considerarse como un complemento del grupo de descendencia, subordinado por parte vital a un más amplio y general sistema matrilineal dinámico de parentesco (Bartle, 1978b).


Vendedora de tomates, por Eva Campbell

El poder y el prestigio otorgado a las mujeres de la comunidad deben considerarse en el contexto de esta estructura dinámica, y los cambios en uno se relacionan con cambios en el otro. Aunque no es posible viajar al pasado para medir el prestigio y el poder, con la intención de hacer comparaciones con el presente, ciertos indicadores pueden resultar útiles: tradiciones orales, informes de europeos de la época y supervivencia de distintas funciones e instituciones. La descendencia matrilineal concede ciertos derechos y acceso al poder a las mujeres, aunque no se trate de una sociedad matriarcal. Excepto en casos específicos, las siguientes especificaciones estructurales se aplican tanto al periodo precolonial como al presente, en el que se ha llevado a cabo el trabajo de campo.

Antes de examinar la estructura de la descendencia por línea materna y las consecuencias políticas que afectan a la posición de las mujeres, son pertinentes algunos comentarios sobre la economía. La independencia económica de las mujeres ha sido un factor primordial que afecta a la estructura social. Las mujeres eran las productoras habituales. Mientras los hombres cazaban, desbrozaban terrenos, tejían kente, elaboraban vino de palma o se dedicaban a la guerra o a la política, las mujeres producían alimentos. El trabajo agrícola se consideraba como una extensión de las labores de la cocina («integración vertical», en jerga económica): las mujeres alimentaban a la gente. Tenían acceso a sus propias tierras heredadas por línea materna, o a veces a las de sus maridos, y tomaban sus propias decisiones en cuanto a la producción. Nadie les decía qué o cuándo plantar o cosechar, y podían consumir o vender el producto, o utilizarlo para preparar comida para los que estaban obligadas a alimentar. La independencia económica se extendía también a la artesanía o a las actividades comerciales. La labor más común y lucrativa era la alfarería, y si comerciaban, normalmente lo hacían con alimentos o utensilios. Esta independencia económica no sólo proporcionaba la base material para independizarse de padres, maridos y tíos, como se describe abajo, sino que ofrecía también la posibilidad de movilidad social. Algunas mujeres acomodadas controlaban un capital considerable, y de esta forma ejercían una influencia considerable en los asuntos comunitarios. Esto debe tenerse en cuenta al analizar los factores estructurales que afectaban a las mujeres.



La sociedad se basaba en confederaciones, jerárquicamente organizadas, de grupos de descendencia matrilineal: el nacimiento otorgaba la membresía, pues sólo se podía pertenecer a la línea de la madre, y no del padre (con la excepción de las esclavas, cuya descendencia se convirtió en parte de sublíneas subordinadas del propietario de los esclavos), y las reglas exogámicas prohibían que ambos cónyuges pertenecieran a la misma línea. Según historias orales, los orígenes de la mayoría de las líneas Akan se remontan por línea femenina hasta una «anciana» que «fundó» cada línea o segmento. Los miembros de una línea poseedora de taburete deben remontarse a la misma mujer para ser considerados adehye (que a falta de una palabra equivalente en español, se podría traducir como «realeza», aunque en este caso es preferible la palabra original) o miembro «puro» de la línea materna. Los hijos de esclavas y padres miembros de la línea de descendencia materna también se consideraban miembros, pero al no ser adehye, tenían habitualmente vedada la sucesión al taburete, es decir, la ocupación de cargos de autoridad en la línea de descendencia.  Esta prohibición se podía obviar temporalmente en caso de que no hubiera candidatos adecuados entre los adehye.

Aunque los cabecillas oficiales de cada línea eran normalmente, pero no siempre, hombres, debían su membresía y cargo a mujeres (madres), y les preocupaba mucho la capacidad procreadora de los miembros femeninos.  Cuanto más larga era la línea, más importante era su jefe. A los ojos de los miembros masculinos de una línea de descendencia materna, el número de hijos de sus hermanas era más importante que su estatus marital.

Una importante fuente de independencia de las mujeres del dominio de los hombres surgía de la propia estructura de la descendencia matrilineal.  Los padres y maridos no pertenecían al mismo grupo de descendencia en la misma forma que las hijas y esposas de esos hombres.  Un padre no podía ejercer tanto control sobre su hija como en un sistema patrilineal, pues la hija no pertenecía a la misma línea que su padre. Aunque una chica podía quizás vivir temporalmente en una unidad de residencia conyugal que incluyera tanto a su padre como a su madre, se esperaba que sirviera y obedeciera a su padre.  No obstante, pocas chicas pasaban su infancia con sus padres, a causa del ciclo migratorio ya mencionado: los esposos se separaban frecuentemente, especialmente en el caso de los matrimonios polígamos, y los hijos de los emigrantes se enviaban de vuelta a la ciudad de origen para ser criados por mujeres de su línea materna. Esta independencia continuaba hasta la edad adulta.  Un marido no podía ejercer tanto control sobre su esposa como en los sistemas patrilineales, pues la dote era nominal y la esposa no pasaba a ser de su propiedad o miembro de su linaje, y porque ninguno de los esposos dejaba de ser miembro de su respectiva línea de descendencia como resultado de su matrimonio. Una esposa no abandonaba la línea materna de su nacimiento.  No obstante, un marido no podía esperar que las resoluciones de su propio linaje le ayudaran a ejercer control sobre su esposa: no podía forzarla a obedecer.

En los linajes paternos, la unidad conyugal se incorporaba en el linaje. Esto no sucede en el caso de la matrilinealidad. En el sistema Akan, la unidad conyugal es opuesta al linaje: complementa las funciones del linaje, pero la ambivalencia de la lealtad al cónyuge y la lealtad al linaje debilita el lazo matrimonial. La fortaleza de la institución del matrimonio está relacionada con el ciclo vital y el patrón de la migración cíclica. Cuando los cónyuges envejecen y sus funciones reproductoras pierden importancia, sus intereses se dirigen a sus respectivos linajes. Como ancianos, de vuelta en la ciudad de origen, conseguían más respeto y más control sobre los recursos, atendiendo a los asuntos de la línea familiar, de lo que hubieran tenido en su lugar de residencia atendiendo a su cónyuge. Un alto índice de separaciones, e incluso de divorcios, resulta funcional para mantener la descendencia por línea materna.


Esi Salome

La subordinación del matrimonio, en las sociedades matrilineales, no sólo disminuía la dependencia de las mujeres a los padres y maridos. La importancia reconocida de las mujeres para su propio linaje también significaba que el jefe masculino de este linaje no era equivalente al jefe patriarcal de las sociedades patrilineales. Los jefes de linajes podían actuar como jueces o árbitros de disputas, más que como autócratas o regentes autoritarios. La independencia, el prestigio y la influencia de las mujeres estaba en relación con su edad y número de descendientes. Aunque los cargos públicos importantes se reservaban normalmente a los hombres, estos hombres eran conscientes de que su propio poder, influencia o prestigio dependía de la fuerza económica y demográfica de sus linajes respectivos. Esta fuerza dependía de las actividades sexuales y ocupacionales de las mujeres de un linaje. Los hombres tenían que reconocer, al menos de manera informal, la importancia y el poder de las mujeres de sus linajes respectivos.

La famosa declaración de Mary Kingsley sobre una anciana que susurraba tras cada jefe africano resultaba relevante, al menos, en el sistema político matrilineal de los Akan.

Aparte de la independencia, las mujeres también ejercían un considerable poder dentro de los linajes maternos, teniendo así control sobre sus tíos y hermanos. Las mujeres solían conocer los detalles de la línea familiar de sus propios linajes mejor que los hombres, quien por el contrario, sabían más sobre etiqueta y detalles de procedimiento en los arbitrios de disputas de los tribunales de los jefes. Los dos segmentos de información especializada se complementaban en la dinámica política de los Akan. Los hombres ancianos de un linaje tenían que consultar con las ancianas en privado antes de difundir las posiciones o decisiones públicas de la corporación de grupos de descendencia en los funerales o en el tribunal del jefe. Este tipo de consultas era esencial cuando se tomaban decisiones sobre la sucesión de los taburetes (es decir, de los cargos) para reemplazar a miembros fallecidos. Por ejemplo, entre otras consideraciones, se determinaba si los candidatos eran adehye o descendientes de esclavo: las declaraciones públicas de los hombres colocaban a todos los miembros de un linaje materno en la misma categoría (la referencia pública a una antigua esclavitud estaba prohibida), mientras que las mujeres conocían de forma precisa las líneas genealógicas pertinentes a la elección de sucesor. Las mujeres tenían conocimientos especializados, no sólo porque eran ellas las que transmitían la descendencia, sino también porque habitualmente residían en la ciudad de origen durante periodos más largos de sus vidas, y al estar menos dispersas que los hombres, tenían más oportunidades de intercambiar detalles de parentesco entre ellas. Ellas eran las expertas y asesoras.



Los linajes variaban en tamaño, de forma que el número de ancianos era variable. Un linaje podía haber reconocido menos de un ciento o más de varios cientos de miembros, aunque la segmentación hacía que el tamaño fuera difícil de medir. Así, un cierto número de mujeres eran depositarias de la información y el consejo necesario a los titulares de los cargos de cada linaje. Los segmentos de cada linaje, en la ciudad de origen o en los poblados satélite, tenían normalmente al menos una anciana que era respetada como «abuela». En las discusiones informales, se trataba con frecuencia a la anciana local por el título de «Obapanin» (oba = mujer, opanyinÿin = anciana). El linaje al completo, como grupo corporativo simple, reconocía una de esas ancianas, de mayor poder y edad que los demás, a quien se daba este título. El reconocimiento «informal» de ancianas se formalizaba de esta forma por un título y estatus específico.

En linajes más poderosos, amplios y ricos (en los que la competición dentro del grupo era mayor y exigía una regulación) el cargo de Obapanyin se formalizaba más, y a la mujer se le daba el título de Ohemma (contracción de Ohene = jefe y mma =mujeres). «Ohemma» se puede traducir al español como «Reina Madre», pues ella era la «madre» oficial del jefe, incluso cuando no fuera su madre biológica. Normalmente, el título Ohemma se aplicaba sólo a la Obapanyin de un linaje del que se elige un jefe de ciudad. La Ohemma de Obo ha ennegrecido taburetes ancestrales propios, distintos al del jefe. Aunque tenía un cargo en el tribunal del jefe, también tenía su propio tribunal para arbitrar disputas (actividad principal de la jefatura), sobre todo las de su segmento lineal, y los que le presentaban mujeres que deseaban evitar el tribunal más caro y formal del jefe de Obo.

Cada linaje tenía dos cargos reconocidos además del de Obapanyin. Uno de ellos era «Abusua Panyin» (cabeza del linaje, de abusua = linaje y panyin = anciano), y el otro era Safohene (grupo principal, de safo = grupo y ohene = jefe), que implica ser representante en el tribunal del jefe. El poder político en tiempos de paz en las comunidades Akan se expresaba en cargos judiciales (arbitraje de conflictos), más que en funciones ejecutivas. En linajes menores, los cargos de Abusua Panyin y Safohene los detentaba la misma persona. Un Safohene era habitualmente un hombre, pero no había ninguna prohibición que impidiera que las mujeres accedieran al cargo. Durante el periodo de investigación, Obo tenía una de un linaje relativamente importante, que atendía regularmente los seis ritos Adae semanales y los casos judiciales subsecuentes. La otra era de un linaje menor y sólo asistía de forma ocasional. Ambas, como la Obo Ohemma, habían alcanzado la menopausia, lo que les permitía ejecutar rituales ancestrales con el taburete, que tendrían que haber evitado durante sus menstruaciones.

Estos no eran los únicos medios institucionales para obtener poder y prestigio. Al igual que en la esfera político-religiosa (en la que la ideología de homenaje a los ancestros implica una política gerontocrática), la mayoría de los cargos del ámbito mágico-religioso (donde la ideología del animismo implica esfuerzos para asegurar la fertilidad y la protección) no se restringían a los hombres, aunque los que simbolizaban un mayor prestigio formalmente reconocido solían estar ocupados por hombres. Había hasta dos docenas de cultos «tradicionales» en Obo y su zona de influencia, todos consistentes en una constelación de seres sobrenaturales, un médium humano (o más) poseído por estos espíritus, y un séquito que variaba desde unos pocos tambores hasta un gran grupo de cantantes, acólitos, sacerdotes, etc. Dos de los médium importantes –uno poseído por un antiguo dios de Obo, Fofie, y otro por un espíritu cazador de brujas, Tigare, introducido en este siglo– eran hombres en el momento en que se efectuó el trabajo de campo. El resto eran mujeres. Unos pocos de los espíritus menores y más oscuros también poseían hombres, pero la mayoría, así como los más importantes, poseían mujeres. Aunque los médium seguían efectuando sus labores agrícolas o comerciales, sus posesiones por espíritus ofrecían un medio abierto a las mujeres de aumentar su categoría social, sin tener que seguir la ruta económica.

Antes de examinar los cambios recientes, el estatus precolonial de las mujeres en Obo no puede resumirse. En una sociedad matrilineal y gerontocrática, la influencia y prestigio de las mujeres tendía a incrementarse con la edad, y habitualmente se expresaba en marcos informales, aunque había cargos de informalidad formalizada, como el de «madre» de un linaje materno.  La matrilinealidad exigía la subordinación del matrimonio y los deberes conyugales a la lealtad y participación en el grupo de descendencia.  Esto, combinado con las actividades económicas –agricultura, artesanía y comercio– daba a las mujeres una independencia considerable.  Las mujeres (como los ancianos) tenían prestigio en la ciudad de origen de su linaje materno, donde los taburetes ennegrecidos simbolizaban el «asiento de poder», más que en los lugares de residencia, donde los deberes matrimoniales y la subordinación al marido las hacía más dependientes. En un sistema social caracterizado por migraciones cíclicas basadas en ciclos vitales individuales, edad, sexo y residencia estaban relacionados: los niños, los ancianos y muchas mujeres vivían en la ciudad de origen, mientras que los hombres en edad de trabajar y algunas mujeres se alojaban en lugares distintos a esta ciudad, primero en poblados satélite y luego en centros más urbanos y comerciales. Las mujeres que demostraban fecundidad y se ganaban la vida eran muy respetadas. Los hombres ancianos (que detentaban abiertamente los cargos de poder) dependían de las ancianas respetables cuando tomaban decisiones que afectaran a sus linajes. La sociedad no era igualitaria, más bien estaba estructurada jerárquicamente. Se esperaba que las mujeres respetaran y sirvieran a sus superiores: los que tenían más edad que ellas, los que pertenecían a segmentos más poderosos del linaje, los que ostentaban cargos y a los hombres adultos (2).  Aunque los hombres dominaban en las áreas de toma de decisiones, y actuaban como árbitros a la hora de zanjar disputas, no podían ejercer un poder autocrático a causa del poder que poseían las mujeres. Este es el significado de la ginocracia encubierta que caracterizaba la sociedad Akan precolonial, como en el ejemplo de Obo.

Obo, como todas las comunidades, está en constante estado de cambio. El modelo arriba descrito no es final ni absoluto, sino una representación de estructura social y de la posición de las mujeres antes de la época colonial, durante la que se introdujeron numerosos cambios en todas las dimensiones sociales. Estos cambios tendieron a ser acumulativos (añadiendo cosas nuevas a las existentes) en lugar de revolucionarios (reemplazando las viejas costumbres por nuevas), aunque algunos aspectos se han hecho completamente obsoletos: por ejemplo, poca gente en la actualidad dedica cinco días a caminar hasta Accra como hacían a principio del siglo XX y los tribunales de los jefes ya no ostentan el poder de ejecutar sentencias de muerte a criminales convictos. La dispersa comunidad Obo ha estado expuesta a influencias extrínsecas desde que Obo fue fundado, sólo hace unos pocos siglos. La comunicación a través del Sahara ha existido desde hace milenios, y el comercio costero con los europeos comenzó hace cinco siglos.

No obstante, los cambios tecnológicos más apreciables ocurrieron durante el primer cuarto del siglo XIX y el primer cuarto del XX. Los subsecuentes cambios, urbanización, occidentalización e industrialización, parecen continuar en la misma dirección, pero sin esa aceleración tan singularmente rápida. Aunque las instituciones antiguas han sobrevivido adaptándose a las nuevas condiciones, ya no dominan en términos de cultura total: coexisten en la actualidad con instituciones introducidas recientemente.



Aunque pueden clasificarse en las dimensiones culturales arriba mencionadas, estos cambios deben señalarse: tecnología, economía, política, sociedad, ideología, ritual.

Los cambios en las dimensiones tecnológica y económica llegaron como resultado de una creciente  integración de Obo y sus vecinos en la red económica mundial. Las formas de producción se expandieron. La agricultura, el comercio y la artesanía se complementaron con la producción agrícola para su comercio, el empleo pagado y un incremento en la formación de capital. Los hombres, más que las mujeres, se dedicaron a estas nuevas actividades, pues los que las introdujeron eran hombres, y tenían la idea de que las mujeres debían estar excluidas de estos mercados.

La agricultura extensiva, por ejemplo, tendió a concentrarse en un incremento de la producción de cacao, e indirectamente hacia los hombres, en lugar de hacia las mujeres y la alimentación. Los patronos, al principio únicamente europeos, buscaban hombres para que trabajaran en las oficinas, etc. Solamente más tarde pudieron las mujeres introducirse en el mercado laboral, y aún entonces, normalmente en los más bajos niveles de prestigio e ingresos.

El sexismo económico llegó con la economía capitalista europea, que trajo instituciones comerciales e industriales. La gente Obo de la comunidad dispersa estaban en contacto con la economía del mercado costero desde los tiempos antiguos, pero desde 1876, los europeos se asentaron en Kwawu, misioneros suizos que contrataron hombres para cortar madera, elaborar ladrillos y construir las casas de la misión (Jenkins, 1970). No contrataron mujeres.

Durante los siglos XVIII y XIX, Obo se hizo cada vez más importante como centro comercial, situado directamente en las rutas comerciales que unen Kumasi, Salaga, Akyem, Accra y la carretera Volta hacia la costa, y como tal, se convirtió en un activo mercado. Atrajo numerosos extranjeros. Según el censo de 1911, en 1901 todavía era la cuarta ciudad más poblada de la Gold Coast, después de Accra, Cape Coast y Kumasi. Como ciudad de acogida de muchos comerciantes de origen lejano, normalmente hombres, Obo comerciaba con esclavos, sal, kola y artículos europeos. Obo era un mercado rápido para mujeres que se dedicaban a producir, cocinar y vender alimentos a la población itinerante. Con la llegada de la paz británica, y en su momento del ferrocarril entre Kumasi y Accra, completado en 1923, la ruta comercial cambió a las tierras bajas, pasando por Nkawkaw, uno de los satélites de Obo. Obo sufrió un declive de la población residente, mientras que la comunidad siguió dispersándose. Las mujeres buscaron otros mercados fuera de Obo para sus alimentos, y los encontraron en el sur, durante el flujo hacia Akyem provocado por el cacao. Kwawu se convirtió en el granero del sur (Crowther, 1907) y más tarde, con el crecimiento de Accra, las mujeres Obo se introdujeron en el mercado urbano de la alimentación.

Las mujeres Obo siguieron desempeñando un papel principal en el mercado de Accra, y a menudo pasaban por Ga, pues habitualmente hablaban esta lengua. También siguieron la migración del cacao a Asante, y después a Brong Ahafo. A pesar de la orientación masculina del trabajo en el mercado, las mujeres Obo han conseguido adaptar una independencia económica «tradicional» en la agricultura y el comercio a la sociedad comercial urbana. Se han convertido en una parte integral de la economía urbana.

Los cambios en la dimensión social o institucional llegaron como resultado de la introducción de nuevas instituciones que existen en un estado moderno industrializado, y el ocaso relativo, si no absoluto, del funcionamiento de las instituciones basadas en el parentesco. La migración cíclica a los poblados satélites continuó, pero las expediciones cortas a largas distancias perdieron terreno en favor de más largos periodos de residencia en localidades de acogida que, como centros de comercio, tendían cada vez más a ser urbanos. Algunos autores, comparando un presente urbano observable con un imaginario pasado rural, han argumentado que esto ha tenido como resultado más libertad e independencia para las mujeres, y por consecuencia, un mayor índice de divorcios (Peele, 1972). Es muy probable que suceda todo lo contrario (Bleek op. cit.). Periodos más largos de residencia fuera de la ciudad de origen del linaje materno significan que las mujeres pasan una mayor porción de su vida en grupos de residencia conyugal ajenos a esta ciudad.

Es más probable que las mujeres más educadas y occidentalizadas, que han asimilado morales y actitudes matrimoniales basadas en ideologías cristianas europeas, y es más posible que se hayan casado con hombres de mayor cultura y pertenecientes a sectores de más ingresos (ver Oppong, 1975), se vean en situaciones de dependencia conyugal que las analfabetas, a pesar de su adiestramiento para desempeñar trabajos mejor pagados. Las analfabetas todavía tienen medios para ascender socialmente e independizarse de sus maridos.

Las nuevas instituciones, como los bancos, el ejército nacional, un sistema legal de tribunales, grandes corporaciones comerciales y estatales, y un servicio civil han reemplazado algunas de las funciones de los grupos de descendencia matrilineal: la acumulación y transferencia de capital, defensa, control social, justicia, control comercial y actividad política ejecutiva. Esto puede tener como resultado el declive de estas funciones en el linaje materno. No obstante, también puede argumentarse que la mayor parte de las funciones de las nuevas instituciones están dirigidas a las necesidades económicas y sociales de la sociedad urbana moderna, necesidades que no existían en la antigua sociedad agraria. ¿Cómo podrían declinar estas funciones en el linaje materno, si nunca han existido en él? Pero algunas funciones del linaje materno han declinado, y dentro de la estructura social de la nación, la importancia relativa del linaje materno ha disminuido. No obstante, el linaje materno ha sobrevivido, adaptándose al cambio, las condiciones urbanas, y continuará haciéndolo mientras el estado reconozca las jefaturas, las leyes «costumbristas» relacionadas con la herencia y el matrimonio, y el sistema de ocupación de tierras. Mientras existan estas leyes, las líneas de descendencia materna sobrevivirán. De esta forma, el estatus de las mujeres, arriba descrito, perdurará de forma modificada.



El desarrollo de un sistema de mercado para el intercambio de trabajo está llevando al crecimiento de un par de clases, una que subsiste de la venta de este trabajo y la otra de la posesión de capital. La dispersa comunidad Obo no está exenta de este proceso. El número creciente de molinos y factorías alrededor de Nkawkaw evidencia este desarrollo en el ámbito rural, que ha caracterizado Accra durante muchos años: a causa de la tendencia a contratar y conceder créditos sólo a hombres, este proceso tiende a soslayar a las mujeres. Además los adultos Obo se dedican a la pequeña empresa (agricultura, comercio o artesanía), que les proporciona trabajo y capital. El interés continuo de los emigrantes urbanos por su ciudad de origen, donde esperan volver en su momento, impide el desarrollo de un proletariado urbano distanciado, y de esta forma contribuye a la lentitud en la formación de clases obreras y capitalistas opuestas (Bartle, 1978b). Mientras esta diferenciación de clases se vea obstaculizada, las mujeres seguirán obteniendo poder y prestigio como se ha descrito.

Los cambios en las dimensiones ideológicas y en los objetivos de la socialización fueron introducidos primeramente por misioneros, inicialmente por los suizos de Basilea. Aún antes de que Kwawu se convirtiera en un protectorado británico en 1888, los misioneros ya estaban predicando los valores de la monogamia y de la dependencia de la esposa. Mientras enseñaban a los hombres jóvenes carpintería, herrería y albañilería, enseñaban a las jóvenes a coser, cuidar bebés y cocinar. Su objetivo establecido era «adiestrar a las chicas para que sean amas de casa eficientes y sumisas». Cuando se fundaron escuelas, primero por los suizos y luego por otros misioneros, no se animó a las chicas a que asistieran tanto como a los chicos, y los libros reflejaban las mismas actitudes que tenían los misioneros (3). A diferencia de los cultos tradicionales animista y ancestral, que permitían a las mujeres el acceso a cargos, los catequistas y predicadores eran todos hombres. Los valores enseñados por los misioneros podían ser funcionales para una sociedad europea puritana, donde la familia nuclear (y por tanto, la esposa dependiente), era el pilar de la sociedad. Sólo los hombres eran adiestrados para ganar dinero, mientras que a las mujeres se les enseñaba a servir a los hombres, sin paga, en el hogar. La llegada de los cristianos al oeste de África puso en claro que se oponían a un alto índice de separaciones y divorcios, residencias conyugales separadas, grandes funerales para los ancianos del linaje, movilidad e independencia de las mujeres, veneración de ancestros y espíritus tutelares y grupos de descendencia matrilineal, todas ellas instituciones que contribuían al funcionamiento continuo de los linajes maternos y sus consecuencias: independencia, poder y prestigio, aunque informal, de las mujeres. Después de más de un siglo de proselitismo, que tuvo como resultado una población cristiana nominal del 60% en la dispersa comunidad Obo, los cristianos todavía están lejos de borrar por completo estos atributos. El auge de los cultos sanadores sincretistas, que se caracterizan por una mayor participación política de las mujeres que en las iglesias cristianas de las misiones que las precedieron, debe verse como una adaptación institucional a la introducción de nuevas creencias (por ejemplo, la cristiana), que concede una continua alta participación y poder informal a las mujeres. A pesar de ciertas incursiones en declaraciones ideológicas, los valores, actitudes y creencias más profundos permanecen, y contribuyen indirectamente a obstaculizar el declive en su acceso tradicional al poder que suele acompañar a la introducción de ideas relacionadas con la occidentalización.

Todos estos cambios han afectado la estructura y la organización dinámica de la dispersa comunidad Obo, pues los miembros residen alternativamente en la ciudad de origen y en lugares rurales y urbanos de acogida, circulando por todo el sistema. Lo que es señalable, considerando tantos cambios en la tecnología, economía, política e ideología, es la persistencia del sistema matrilineal de descendencia y herencia, propiedad del linaje sobre la tierra y otros bienes, tribunales de jefes para zanjar disputas, y por tanto una continuación del poder, prestigio y participación política informales de las mujeres en la comunidad dispersada. El matrimonio sigue siendo un lazo débil, la cabeza del linaje no se ha convertido en un patriarca, las mujeres todavía tienen ingresos independientes, los canales de movilidad social por medio del comercio o de los cargos políticos y religiosos continúan funcionando. La ciudad de origen sigue teniendo una mayoría de mujeres en comparación con los hombres, cerca de la sede del poder. Los cultos sanadores neocristianos o sincretistas ofrecen alternativas a las mujeres para mejorar su situación social, al igual que los cultos a los dioses tutelares. Los ancianos siguen pidiendo consejo y apoyo a las mujeres de sus linajes maternos antes de hacer públicas sus decisiones o declaraciones políticas en los tribunales de jefes o en los funerales. Las mujeres siguen manteniendo la independencia de sus padres y maridos, sin sustituirlos por sus tíos maternos. En resumen, el poder de las mujeres no decae tan deprisa como harían predecir los cambios sociales superficiales. No obstante, con el incremento de la industrialización, urbanización y occidentalización, el declive continuará lentamente.

Se podría argumentar que el crecimiento del capitalismo en Ghana no debería tener como resultado una disminución de la independencia de las mujeres, y citar el grado relativamente alto de libertad y movilidad en las sociedades capitalistas occidentales de Europa y América del Norte. Incluso los datos de Obo pueden utilizarse para apoyar la noción que reveló el seguimiento de los emigrantes Obo: algunas mujeres subían de categoría social en el sector moderno, oficiales intermedios del ejército, inspectoras de policía, matronas de hospital y ejecutivas del servicio social. Es posible que se enmascare la situación real. En las primeras fases del crecimiento capitalista siempre ha existido discriminación, opresión y restricciones sobre algunos grupos étnicos, trabajadores y mujeres. Este ha sido el caso en los principios de la revolución industrial europea, la esclavitud en los campos de azúcar de América, y a lo largo del último siglo en Ghana. Los movimientos de emancipación femenina ampliamente extendidos por Europa y América son relativamente recientes, pertenecen a fases posteriores del capitalismo, y pueden llegar en un futuro a Ghana. Las mujeres Obo disfrutan en la actualidad de una independencia que aún excede mucho a la de la mayoría de las mujeres de Europa y América (especialmente en las zonas rurales). Según se vaya occidentalizando Ghana, el poder de las mujeres disminuirá. No obstante, Ghana no tiene por qué seguir el mismo camino de industrialización y urbanización que América o Europa, por lo que la opresión de las mujeres puede no hacerse tan extrema como fue en las fases tempranas del capitalismo occidental (4).

Mientras los jefes sigan siendo reconocidos como parte de la estructura política nacional, y sus tribunales funcionen en el arbitraje de disputas dentro de los linajes maternos y entre ellos, mientras los jefes no sean designados por el gobierno, ni elegidos por voto popular secreto, sino investidos por los ancianos de cada linaje materno, mientras el sistema legal del país reconozca el régimen «tradicional» de ocupación de tierras, la propiedad de las corporaciones de grupos de descendencia, y las leyes ancestrales en cuanto al matrimonio, divorcio y herencia y sucesión por vía materna, la descendencia materna sobrevivirá, por adaptación, dentro de los nuevos requisitos sociales urbanos e industriales. Mientras la descendencia materna sobreviva en Obo, con el matrimonio debilitado ante las obligaciones con el grupo de descendencia, la ginocracia prosperará.



Notas finales

1.  En esto no son muy distintos de la mayor parte de la población del sur de Ghana, según documenta Caldwell (1969).

2. Bleek ha documentado ya los contrastes entre apariencia y realidad en una ciudad Kwawu cerca de Obo, donde la abierta ideología de la servidumbre femenina se contrastó con su independencia económica y social (Bleek, 1975).  «Para un observador superficial, la posición de las mujeres en el ámbito rural Kwahu [sic] se caracteriza por la subordinación...  En realidad, ellas controlan la situación.  Comportándose como objetos, ocultan su poder real, tanto en términos económicos como sociales» (1975b:52,63).

3.  Estoy en deuda con la Dra. Agnes Aidoo del departamento de historia de la Universidad de Cape Coast por señalar esto en un seminario reciente.

4.  Se puede trazar una analogía con las huellas que dejan las dos ruedas de una bicicleta.  La rueda delantera, que representa Europa y América, va precediendo, caracterizada por una mayor variación. Esta variación representa grados de opresión o libertad.  La rueda trasera, que representa a las sociedades del tercer mundo, sigue a la primera, pero sin experimentar tanta variación.

Referencias citadas

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    Résumé
    C'est la description et l'analyse de la situation sociale des femmes dans la communauté dispersé par des migrations cyliques de la ville d' Obo, dans le Kwawu – Région Est du Ghana. Le systèm matrilinéaire diminue pour les femmes l'importance du marriage et de la dépendance conjugale et leur donne dans la communauté certaines forms de prestige, d'influence, et d'indépendance. Elles sont habilites à  exercer le pouvoir politique mais ce fait es caché par leur idéologie affirmée de subordination aux hommes: frères, maris, et oncles maternals. Les progrès de l'urbanisation, de l'occidentalisation et de I'industrialisation ont géne mais non detruit les voies anciennes qui permettaient l'ascension sociale; c'est à covert que la gynéocratie poursuit son oeuvre dans la communauté moderne dispersée. (Silke Reichrath)

    Inhaltsangabe
    Die vorliegende Abhandlung beschreibt und analysiert die gesellschaftliche Stellung der Frauen in den sozialen Strukturen der durch zyklische Migration geographisch zerstreuten Gemeinde Obo in Kwawu, einer Stadt im Osten Ghanas. Matrilinearität  mindert die Unterordnung in der Ehe und die eheliche Abhängigkeit und verleiht den Frauen der Gemeinde teilweise Macht, Prestige und Unabhängigkeit. Die Chance für Frauen, politische Macht auszuüben, wird jedoch von der offenen Ideologie der Unterordnung unter Männer – Väter, Ehemänner, Onkel – zunichte gemacht. Zunehmende Verstädterung, Verwestlichung und Industrialisierung haben die traditionellen Wege der sozialen Mobilität geschwächt, aber nicht zerstört; ein verdeckter Gynozentrismus existiert noch in der modernen, geographisch zerstreuten Gemeinde.

    Samenvatting
    De plaats van de vrouwen in de sociale structuur van een verspreide gemeenschap, veroorzaakt door periodieke migratie van mensen van Obo, een thuisstad in de stad Kwawu, in het oosten van Ghana, is beschreven en geanalyseerd. Matriliny resulteert in de ondergeschiktheid van huwelijk en echtelijke afhankelijkheid en wijst bepaalde vormen van macht, prestige en onafhankelijkheid toe aan vrouwen in de gemeenschap. De capaciteit van vrouwen om politieke macht te hanteren, wordt verborgen door de openlijke ideologie van ondergeschiktheid aan mannen: vaders, echtgenoten en ooms. Verhoogde urbanisatie, verwestering en industrialisatie hebben de traditionele kanalen van sociale mobiliteit verzwakt, doch niet vernietigd; heimelijke gynocracy blijft echter voortduren in de moderne verspreide gemeenschap. (Joyce Maskam)

    Abstract
    The position of women in the social structure of an extended community, dispersed by cyclical migration of people from Obo, a home town in Kwawu, in the Eastern Region of Ghana, is described and analysed. Matriliny results in the subordination of marriage and conjugal dependence, and allocates certain forms of power, prestige, and independence to women in the community. The ability of women to wield political power is hidden by the overt ideology of subordination to men: fathers, husbands, and uncles. Increased urbanisation, westernisation, and industrialisation have weakened but not destroyed the traditional channels of social mobility; covert gynocracy continues to operate in the modern dispersed community.

    Resumo
    Análise e descrição da posição das mulheres na estrutura social de uma comunidade extensa, dispersa pela migração cíclica do povo de Obo, uma terra natal em Kwawu, na região oriental do Gana. A matrilinhagem resulta em subordinação ao casamento e dependência conjugal, atribuindo determinadas formas de poder, prestígio e independência às mulheres na comunidade. A capacidade das mulheres deterem poder político é escondida pela ideologia observável de subordinação aos homens: pais, maridos, e tios. A crescente urbanização, ocidentalização e industrialização têm enfraquecido, mas não destruído, os canais tradicionais de mobilidade social; ginocracia dissimulada continua a funcionar na comunidade dispersa moderna. (Inês Rato)

    Sintesi
    Questo articolo descrive e analizza la posizione delle donne nella struttura sociale di una comunità “dispersa” a seguito delle migrazioni cicliche dalla città di Obo nel Kwawu, nella zona orientale del Ghana. Il sistema matrilineare determina la subordinazione al matrimonio e la dipendenza coniugale, pur concedendo alle donne della comunità un certo grado di potere, prestigio e indipendenza. La possibilità di accesso al potere politico da parte delle donne viene mascherata da un’esplicita ideologia di subordinazione all’uomo: padre, marito e zio materno. I processi di crescente urbanizzazione, occidentalizzazione e industrializzazione hanno indebolito ma non distrutto i canali tradizionali della mobilità sociale; forme nascoste di ginocrazia continuano a operare nell’odierna comunità dispersa. (Anna Bossi)

    Resumen
    Descripción y análisis de la posición de las mujeres en la estructura de una extensa comunidad, dispersada por la migración cíclica desde Obo, ciudad de origen en Kwawu, en la zona este de Ghana. El sistema matrilineal tiene como resultado la subordinación al matrimonio y a la dependencia conyugal, y concede a las mujeres de la comunidad ciertas formas de poder, prestigio e independencia. La posibilidad de las mujeres de detentar poder político se enmascara tras la patente ideología de subordinación al hombre: padres, maridos y tíos. La urbanización, occidentalización e industrialización crecientes han debilitado, pero no destruido, los canales tradicionales de la movilidad social. La ginocracia encubierta continua activa en la dispersa comunidad actual.

    Περίληψη
    Περιγραφή και ανάλυση της θέσης των γυναικών στην κοινωνική δομή μιας εκτεταμένης κοινότητας, που είναι διασκορπισμένη από την κυκλική μετανάστευση, της κοινότητας της Obo, μιας μητρόπολης της Kwawu στην Ανατολική Περιοχή της Γκάνα. Η μητρογραμμικότητα έχει ως αποτέλεσμα την υποταγή του γάμου και συζυγικής εξάρτησης και παρέχει συγκεκριμένες μορφές ισχύος, κύρους και ανεξαρτησίας στις γυναίκες της κοινότητας. Η δυνατότητα των γυναικών να ασκούν πολιτική εξουσία κρύβεται από την φανερή ιδεολογία της υποταγής στους άνδρες: πατέρες, συζύγους και θείους. Η αυξημένη αστικοποίηση, εκδυτικοποίηση και εκβιομηχάνιση αποδυνάμωσαν αλλά δεν κατέστρεψαν τους παραδοσιακούς διαύλους κοινωνικής κινητικότητας: η συγκεκαλυμμένη γυναικοκρατία εξακολουθεί να λειτουργεί στην σύγχρονη διασκορπισμένη κοινότητα.



    This paper was prepared at the request of the Ghana National Council of Women and Development.  Muchas gracias a Bridget Levitt, Rina Okwonkwo, Mireille Peltier, Maggy Hendry, Beverly Houghton y Christine Oppong, que leyeron y comentaron los primeros borradores. Los errores son responsabilidad mía únicamente.

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Última actualización: 2014.11.13

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