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¿Por que Obo?

por Philip Bartle, PhD

traducción de Mª Lourdes Sada

Muchos amigos y estudiantes me han preguntado por qué y cómo elegí Obo para hacer la investigación de mi tesis doctoral. La respuesta es toda una historia, así que he decidido relatarla aquí.

Comienza en 1965. Estaba terminando mi licenciatura en economía y sociología en la UBC. El mes de mayo de ese año marcó un hito en mi vida, pues tuve un nuevo puesto en la RCAF y me invitaron a hacer una carrera en logística militar con las fuerzas aéreas canadienses. Yo era miembro de la International House de la universidad, por mi interés en el desarrollo internacional. Había cursado una solicitud a Cuso, y me aceptaron para ir a Kenia a enseñar economía. Creo que elegí la carrera internacional porque así podía dejarme crecer la barba. (Je, je).

Pasé el verano en una tienda de campaña montada en el huerto de mis padres, bajo los cerezos, aprendiendo swahili de un libro, sin profesor, ni cintas, ni siquiera libros de geografía. Un amigo keniano, con el que había compartido mesa de laboratorio en nuestro primer año de química, y que me había animado a ir a Kenia, me enseñó una canción a la guitarra. Esa fue mi preparación.

En el huerto de cerezos de mi padre. Al fondo, el lago Okanagan

En el huerto de cerezos de mi padre en Okanagan

Tomé el tren hacia el este a finales del verano para hacer un curso de orientación impartido por Cuso, en la universidad de York. Lo primero que supe fue que mi contrato en Kenia había sido cancelado porque Oginga Odinga, que entonces era vicepresidente, había hecho aprobar una ley que impedía a los extranjeros enseñar asignaturas interpretativas. ¿Deseaba quedarme al curso de orientación mientras ellos enviaban telex a todas las oficinas de Cuso para averiguar si había algún otro puesto en algún otro sitio?  Después de haberme despedido de todo el mundo, y puesto que no quería regresar a casa, y además seguía empeñado en ir a cualquier parte, dije que sí. Así que me quedé al curso de orientación de seis semanas. Continuó unas semanas más para los voluntarios de África en el McGill.

El Profesor Peter Gutkind era uno de los conferenciantes, y nos decía que debíamos comer insectos y participar de lleno en las culturas locales. (Unos años más tarde me convertiría en su ayudante de investigación cuando visitó Ghana y yo enseñaba en la universidad de Cape Coast: le dije que había comido las lavas que se hallaban en las raíces putrefactas de la palma de aceite y que estaban deliciosas).

Larvas

Las dos docenas de voluntarios de Cuso que iban a Ghana tenían lecciones diarias de twi, incluso los que no estaban destinados a zonas de lengua akan. Yo no tenía lecciones de idiomas porque no teníamos ni idea cuál sería mi país de acogida, aunque sospechábamos que sería en alguna parte de África. No podía facturar mi equipaje porque no sabíamos a dónde mandarlo.

Finalmente, tres días antes de nuestra partida, me enteré de que un seminario y escuela secundaria católica, que entonces se llamaba Colegio St. Peter, quería que fuese a poner en marcha su programa de economía. Desde luego. Estaba en un pueblecito llamado Nkwatia, en el distrito Sur de Kwahu, al este de Ghana.

Me puse en contacto con los dos estudiantes de Ghana contratados para enseñar twi a los voluntarios, y les pedí que por lo menos me enseñaran a decir «por favor», «gracias», «hola» y «adiós». Me explicaron que en lugar de «hola» se dice «buenos días», «buenas tardes» o «buenas noches», dependiendo del momento del día. La respuesta debe ser «Yaa nua ». No fueron muy exactos al enseñarme la respuesta.

Llegada al aeropuerto

Llegada al aeropuerto

Volamos, sentados de espaldas, en un viejo avión de transporte Yukon de la RCAF, parando a dormir en Marville (Francia), y aburriendo a nuestros anfitriones cantando «Queremos ir a Andorra» y otras canciones pacifistas en el comedor de oficiales. Barney (Walter) Dobson al banjo. No muy apreciadas en una base militar canadiense. No he mencionado que había renunciado a mi puesto en la RCAF unos meses antes. Yo era el único que llevaba el equipaje consigo en el avión. El avión hizo escala en varios países en su vuelo alrededor del mundo, y así tuve la primera ocasión de ver dos hombres de la mano, un oficial de policía y un civil, sobre el asfalto de Abidjan.

Finalmente, hicimos otras dos interesantes semanas más de orientación en Accra, con conferenciantes de Ghana, en la universidad de Ghana. Después, el último día por la noche, después de que a todos los demás ya los hubieran venido a buscar, vino a por mí un pequeño Volkswagen, y mi colega canadiense y yo condujimos toda la noche bajo la lluvia hasta Nkwatia. En un momento determinado se paró el coche en medio de la oscuridad. Se había estropeado el mecanismo de los pedales, y el joven conductor no sabía qué hacer. Lo arreglé con un trozo de cuerda que llevaba en la maleta. Quise que lo supiera mi entrevistador de Cuso, pues me había preguntado si sería capaz de arreglar un coche estropeado bajo la lluvia a muchas millas de ninguna parte.

Nkwatia estaba en la parte alta de la cordillera de Kwawu, donde la temperatura era algo más baja, y donde llovía un poco más. Subir a las montañas fue terrorífico.

Las montañas Kwawu

La cara sur de las montañas Kwawu.

Unos días más tarde, estaba sentado en la entrada de nuestra cabaña con un colega y amigo nativo que acababa de conocer. Eran sobre las seis menos cuarto de la tarde, y estaba comenzando a anochecer, como sucede todos los días exactamente a las seis en las zonas tan cercanas al ecuador. La escuela estaba en un extremo del pueblo, y uno de los caminos hacia los campos pasaba justo por delante de nuestras viviendas. Una mujer con un enorme hato de leña sobre la cabeza, un hacha y una azada, un niño a la espalda, y aparentemente otro en camino, pasó ante nosotros cuando volvía a Nkwatia tras un día agotador en sus campos. Los saludos son muy importantes en esa cultura, así que nos saludó, incluyendo su cumplido para mí, «Kwasi Obruni (europeo nacido en domingo), buenas noches». Era mi primera oportunidad de practicar mis mínimos conocimientos de twi, por lo que contesté «Yaa, nua ».

Su reacción me pareció de cierto enojo, por lo que pregunté a mi amigo de Ghana qué había dicho. Él me dijo: «has dado la respuesta de un hermano, que sólo se usa para los amigos íntimos y los hermanos y hermanas menores». Los estudiantes de Canadá pensaron que yo, un profesor canadiense, sólo hablaría con colegas y estudiantes. Ella era madre y de más edad que yo, por lo que debería haberle dicho «Yaa,enna ». Bueno, qué vergüenza. Me enteré de lo que había dicho ella en twi, y juré aprender la lengua tan completamente como pudiera mientras estuviera allí. Lo primero que supe es que las contestaciones a un saludo dependían del estatus de quien nos saludaba. Después, cuando profundicé mucho más en la cultura al hacer mi doctorado, descubrí que el estátus de esa persona puede también incluir su ntorכ, una categoría espiritual que sólo se hereda del padre.

Puse en marcha el programa de economía, pero el primer año sólo enseñaba al curso inferior, por lo que me dieron también a impartir un curso superior de matemáticas para tenerme ocupado. Aún así me quedó tiempo para visitar los poblados los fines de semana, y para viajar por los alrededores, sobre todo por las cercanías, para explorar y descubrir todo lo que pude, y para aprender la lengua y las costumbres. Me compré una moto Honda 150 en Kumasi, y la utilicé para llegar a lugares más remotos. Mi salario era de 120 N¢ al mes (unos 150 dólares canadienses), y podría haber vivido fácilmente con la mitad.

Me hice muy amigo de algunos de mis colegas, y disfruté viajando con ellos. Pero mi mejor amigo era Peter Kwaku Boateng, un herrero y fontanero. Se había hecho herrero trabajando como aprendiz, y fontanero con un hermano católico, y nos conocimos cuando vino a arreglar las cañerías de mi cabaña. Peter y yo viajamos juntos en transporte público hasta Costa de Marfil, y a Abidjan, y así descubrimos que aunque su francés macarrónico y mi triste francés del instituto resultaban muy útiles, entre nosotros (aunque no nos entendíamos en francés), también se hablaba twi en el este y el sur de Costa de Marfil, así que fue esta la lengua que más empleamos. Casualmente, Peter pertenecía al clan Asona, y era de Kwawu Tafo (donde la realeza era asona, y donde Sjaak van der Geest hizo su investigación sobre Kwahu), por lo que más tarde, cuando me convertí en miembro del clan Obo Asona, él se convirtió en mi hermano.

Con Peter Kwawu Boateng, herrero y fontanero

Otro buen amigo que debo mencionar es Peter Kwame Appah Kissi, un estudiante de St. Peters durante mi primer año, y compañero de profesión y casa el segundo. Su padre era un acaudalado comerciante de Obo, que más tarde me proporcionó alojamiento cuando estuve en Obo haciendo la investigación de mi doctorado. He seguido en contacto con Appah por correo electrónico hasta hoy.

Mi honda 250 en un largo y accidentado viaje

Un día estaba subiendo por la empinada carretera de una sola vía desde las tierras bajas, cerca de Nkawkaw, hasta las montañas Kwawu, y me encontré con una vieja limosina Mercedes Benz parada en el arcén. Muy agitado, un joven paseaba por los alrededores, mientras que un anciano estaba sentado dentro del coche. El joven me dijo que tenía que ir hasta Nkawkaw a buscar un «arreglador» (mecánico) que reparase el coche, pero no podía dejar al anciano solo. Supuse que el anciano estaba enfermo o delicado, sin saber aún que era una persona a la que no se permitía estar solo nunca.

Le dije que si el anciano era valiente, podía llevarlo en mi moto a su casa, y así el joven podría caminar hasta Nkawkaw a buscar al mecánico. Se atrevieron. El anciano no era ningún cobarde, ni mucho menos. Cuando se subió a la moto, dejó caer una enorme cadena con llaves y el joven, todavía algo nervioso, las recogió y las entregó al anciano, que se las metió en el bolsillo para el viaje. Después me enteré de que siempre debía llevar encima esas llaves.

Gye Nyame

Cuando llegamos a lo alto de las montañas, cerca de una ciudad llamada Obomeng, me indicó que quería que giráramos a la izquierda en un cruce. Yo nunca había tomado esa dirección, pues era el camino de la derecha el que llevaba a Nkwatia y a la mayoría de las ciudades de Kwawu. Unos kilómetros más adelante, tomamos una curva y vi la ciudad más increíble que jamás haya visto en Ghana, con edificios de tres, cuatro y cinco pisos y en el aire limpio y claro, el olor del dinero. El anciano me preguntó si me gustaba «su» ciudad. Yo, sin saber la implicación del uso de ese posesivo, «su», le contesté que era muy bonita.

«Sikafoambantem » (La gente rica vino después), un opulento suburbio de Obo.

Más allá de los nuevos edificios de varias plantas, subiendo por una amplia calle mayor, entramos en la zona más antigua de la ciudad, y llegamos a su «casa». Tenía unas enormes puertas abiertas, varios tambores y otros músicos sentados por ahí, y yo comencé a darme cuenta de que aquel no era un hombre corriente. En la casa había un joven, que después supe que era el hijo del Gyaasehene, y que pudo actuar como intérprete, pues mi twi era todavía bastante rudimentario. Era el jefe de Obo, y el jefe de Obo era la cabeza de la División Nifa (de derechas) de Kwawu, desde luego, un hombre muy poderoso. Nana Kofi Bediako. Me ofreció una cerveza que acepté gustoso, y bebimos mientras charlábamos amigablemente, él en su inglés vacilante y yo en mi atropellado twi. Me animó a pasar los fines de semana, cuando no tuviera clases, visitándolo en Obo, y sobre todo a que viniera durante un Akwasidae, cada sexto domingo. Esto fue un mayor estímulo y una gran oportunidad para aprender más twi.

Así que pasé varios fines de semana con él, y en ocasiones con su Kontihene, que normalmente se encontraba en Accra vendiendo sus productos. El Kontihene era una inagotable fuente de costumbres, historias y cultura, más erudito que el jefe, y el que más inglés sabía, y el jefe estaba encantado de verme hacer más y más preguntas sobre el Kontihene, Nana Noah Adofo Aduamoa II.

Había hablado sobre la adopción incluso antes de entender lo que era el linaje materno, y de qué forma el abusua (linaje materno) se convertía en la base de la organización política y social. Un día, el anciano me pidió que llevara una botella de licor al Akwasidae próximo, y el Jefe Lingüista ofreció un poco a los dioses y antepasados, diciendo que ahora yo era Oboheneba Nana Kofi Bediako-Akenten, hijo del jefe de Obo. Me sentí feliz de tomar este nombre, y ellos sabían que los occidentales tomamos el nombre de nuestro padre. Esto era bastante raro en la sociedad Kwawu, aunque el hombre que después me adoptó como sobrino por línea materna, Nana Kwame Ampadu, era el padre del cantante y líder de su grupo musical, Kwame Ampadu, del mismo nombre, a quien había enseñado las costumbres tradicionales y las historias que el hijo empleaba en su famosa música «African Brothers».

Después de dos años como voluntario, me encontré con que tenía que impartir un curso que no me satisfacía, de economía keynesiana, basado en el libro de texto de Samuelson. No se aplicaba a (1) la economía nacional, basada en el socialismo de Nkrumah, seguido de una dictadura militar, ya que ambos regímenes tenían control de precios, y las llamadas «comodidades esenciales», ni a (2)  los mercados locales, generalmente organizados por mujeres, que tenían sus raíces en siglos de costumbres y alianzas. También quería ver cómo se sentía la pobreza a lo largo del mundo, por lo que tomé un año para volver a casa, viajando en primera clase desde el este de África al sur y al sureste, y me introduje en la antropología económica en mi Alma Mater, la UBC, pues allí se encontraban Cyril Belshaw y Harry Hawthorn, que tenían la mejor reputación en cuanto a la calidad de la enseñanza de la antropología económica.

Cuando terminé el Máster, trabajé durante un año como coordinador de Cuso en BC, y después puse en marcha el Departamento de Antropología en el Capilano College. Aunque me admitieron para hacer el doctorado en la UBC, también conseguí una beca de la Commonwealth pagada por el Gobierno de Ghana. Mi supervisor, el Profesor Harry Hawthorn, me aconsejó elegir la experiencia africana, pues ya tenía la licenciatura y el máster en la UBC. Mi tesis para el máster era sobre migración y toma de decisiones, basada en ciertos datos africanos que poseía, por lo que decidí que quería estudiar una comunidad dispersa o muy extendida, en la que los emigrantes viajaran y a la vez mantuvieran los vínculos con su ciudad de origen. Pensaba vagamente que podía hacer un retrato etnográfico de la comunidad dispersa.

Nada más llegar a la universidad de Ghana, Legon, hice un viaje a Obo. Había oído que mi viejo amigo, el jefe, había fallecido. Le pedí a Peter Kwame Appah y a Peter Boateng que me acompañaran, y me explicaron que esta era la única ocasión en la que se llevaba una botella abierta de licor al tribunal del jefe, pero que uno de los hijos estaba tan afligido que rompió la costumbre (normalmente, sólo se llevaba al jefe una botella cerrada) y se bebió parte del alcohol para mitigar su tristeza. La ironía era que a mí me había entristecido verdaderamente la noticia de la «marcha al campo» del anciano, que es la forma cortés de referirse a un fallecimiento, y me había perdido el funeral.

Varios de los ancianos me recordaban, sobre todo el Jefe Lingüista, el Kontihene y el Gyaasehene. El Jefe Lingüista señaló que yo había aprendido la costumbre y había llevado una botella abierta de licor (y también una cerrada, por si acaso). El nuevo jefe, Nana Asiamah II, anteriormente un sargento de policía, me dio la bienvenida y escuchó mi historia, muy embellecida por los ancianos que acabo de mencionar. Tenía un gran sentido del humor, y me explicó que a un jefe lo sucedía un sobrino por parte del linaje materno, y no su hijo, y éste heredaba todos los derechos y obligaciones del antiguo jefe. No especificó si yo era un deber o un derecho, pero confirmó que yo era su hijo, y que se alegraba de verme. Los deberes de un padre incluyen normalmente el pago de los estudios, pero como el estado (Ghana) había pagado los míos, decidió ayudarme de una forma diferente. Si le prometía guardar sus secretos, pediría a los ancianos y subjefes, y a todos los sacerdotes y sacerdotisas tradicionales, que me abrieran sus puertas y me contaran sus historias, para que yo pudiera hacer mi estudio etnográfico de Obo. Le había hecho un resumen de en qué consistiría mi tesis, pero insistió en que el lugar ideal para hacerla sería Obo. Se lo prometí y cumplió su palabra. Tuve acceso a muchas ceremonias, rituales, historias, secretos, genealogías y costumbres que pocos personas corrientes conocen en Ghana, y aún menos han presenciado. (Ver Personal lingüista negro). Fue mucho más valioso, en lo que se refiere al valor etnográfico, que la propia beca. He guardado los secretos para mí, pues el hacerlo no impide mi análisis sociológico ni mis informes.

Nana Asiama II, Obohene, Kwawu Nifahene

Nana Asiama II, Obohene, Nifahene de Kwawu

Volví a Legon, y escribí mi propuesta. Aunque el sentimiento general en el Departamento de Sociología, especialmente por parte del jefe, Mr. De Graff Johnson, era que el estudio de los jefes y sus amiguetes era arcaico, y que yo debía hacer sociología «moderna» (seguimientos y esas cosas), conté con el apoyo de mi supervisor en Escocia, Dr. Dzigbodi K. Fiawoo, que había hecho un estudio de las creencias y rituales mágico-religiosos de los Ewe (aunque estaba más interesado en su decadencia). Después de siglo y medio de proselitismo cristiano europeo, muchos ghaneses educados deseaban parecer «modernos», y se avergonzaban de su cultura histórica, sobre todo de las prácticas que implicaban dioses y antepasados (que los misioneros europeos llamaban «cosas del diablo»). Finalmente se aceptó mi propuesta, una vez que añadí un seguimiento interno, y prometí estudiar los efectos de la urbanización en la organización social familiar.

Más tarde, invitado por Nana Kwame Ampadu, padre del líder de los African Brothers, Kwame Ampadu, Gyaasewahene de Obo, jefe de todos los linajes Asona de Obo, y pariente del Okyenhene (Jefe Supremo de Akyem Abuakwa), llevamos a cabo una adopción similar que me incluyó en su linaje materno. Designó una anciana del linaje como mi «madre». Fuimos juntos a Kyibi cuando murió el Okyenhene, haciendo uso de mi capacidad oficial como miembro del linaje en duelo. Cuando Nana Ampadu marchó al campo, los ancianos del linaje me preguntaron si deseaba sucederle. Pedí disculpas, pues tenía responsabilidades en Canadá, y aunque la sugerencia fue un gran honor para mí, la decliné respetuosamente. Me dijeron que aún así, siempre sería bienvenido en la casa del linaje, y podía entrar a la sala del taburete ancestral cuando quisiera.

Viendo que yo era un hombre joven y activo, a los ancianos les preocupaba que pudiera ser algo promiscuo. Una sacerdotisa recién confirmada, que pertenecía a uno de los linajes Obo Amoakade, de un remoto pueblo de las laderas norte de las montañas, vino a confirmar que estaba poseída por el dios Nansin, un río dentro de una gruta, históricamente muy poderoso en la región. Los sacerdotes o sacerdotisas no pueden casarse con humanos, porque son la «esposa» del dios o diosa. No obstante, podía tomar amantes reconocidos (mpna), por lo que sugirieron que nos uniéramos de esa forma. Yo aprendería más sobre la religión tradicional, y evitaría la promiscuidad. A ella le hizo gracia y le encantó la idea, y abrió muchas puertas a mis conocimientos, sobre todo en lo relativo a las hierbas que recolectaba del bosque húmedo. Los dioses principales de Obo, y sus sacerdotes y sacerdotisas, también me dieron la bienvenida, pues yo era respetuoso, al contrario que los cristianos que despreciaban e insultaban a sus dioses.

Nana Adwoa, Nansing Komfo, Abowam, Kwawu

Nana Adwowa, Nansing Komfo, Abowam

Otros sacerdotes y sacerdotisas también me enseñaron cosas. El Dios Tano era el dios del taburete de Obo, y vino desde el nacimiento del río Tano, en lo que ahora es Brong Ahafo, con los Amoakade. La sacerdotisa de Asuboni (diablillo revoltoso del agua, un río cercano que corría desde Obo, atravesando las montañas, hasta desembocar en el Afram, en la cara norte) era una de mis mejores informantes sobre la historia y prácticas de los dioses locales (que también habían sido los dioses de los Guan, anteriores habitantes de linajes patrilineales de Kwawu, antes de que llegaran los Akan matrilineales).

Mi twi mejoró   (desarrollé y utilicé el método auditivo). Al final de los dos años como voluntario, hablaba mejor el twi que muchos de los que habían hecho el curso de seis semanas del idioma en Canadá. Cuando volví, aprendí los proverbios y el «lenguaje de los muertos» (por el que los ancianos de los tribunales pueden comunicar ideas que la gente corriente no entendería). Me di cuenta de que mis patrones de pensamiento eran diferentes cuando pensaba en twi que cuando pensaba en inglés.

Existen pequeñas rivalidades entre los jefes, y uno de los pasatiempos favoritos es mantenerse un paso por delante de los otros. Teniéndome a mí, el jefe de Obo aventajaba a todos los demás jefes de Kwawu. Históricamente, Obo lideraba la facción a favor de los asante y en contra de los misioneros suizos cuando Kwawu declaró su independencia del Imperio Ashanti (1883). Las divisiones Paramount y Adonten estaban a favor de unirse a los misioneros. La división Benkum de Kwawu tenía sus alianzas con Akyem Abuakwa. Hoy en día se encuentran ciertos vestigios de estas alianzas históricas en los juegos residuales entre los jefes. Por supuesto, el jefe de Obo me involucró en estos juegos. Yo constituía su ventaja, y como resultado, aprendí mucho.

Aprendí los toques Obo y Kwawu en el cuerno, y lo toqué oficialmente para el jefe en acontecimientos públicos. Seguí al jefe a la gran iglesia de Abetifi durante un importante servicio público, y el portero, que impedía la entrada en el templo de los que tocaban el tambor y el cuerno (músicas del diablo), se sorprendió tanto de verme a mí, un joven Obruni, que me dejó pasar, y el jefe de Obo me designó para hacer sonar su toque en el cuerno dentro de la iglesia. A los jerarcas de la iglesia no les hizo ninguna gracia. Nosotros lo pasamos divinamente.

Cuernos de Obohene

Aprendiendo a tocar el cuerno de Obo

En una sala de audiencias públicas (afahye), en Abetifi, el jefe general de Kwawu (que había practicado el derecho en Tema), me vio tras el jefe de Obo con el cuerno. Me pidió que me pasara a su lado. Después me dijo que hiciera sonar el toque de Obo. Cuando lo hice, felicitó al jefe de Obo,  y después lo desafió, diciendo que también podía tocar el de Kwawu. Los toques de Obo y Kwawu son muy similares. Cuando los líderes me enseñaron el toque de Obo, también me enseñaron el de Kwawu, y me dijeron que nunca lo hiciera sonar, o el jefe de Obo tendría que sacrificar una oveja. Cuando el jefe general me pidió que lo hiciera, miré hacia el jefe y los ancianos de Obo, que me hicieron gestos de aliento. Toqué lo que antes había tenido prohibido, el toque Kwawu. El jefe general rió encantado, y envió una oveja al otro lado, al jefe de Obo. (Yo toco el saxo, pero es un instrumento con lengüeta, mientras que el cuerno del jefe, de un búfalo, se toca de forma similar a la trompeta, haciendo vibrar los labios). Los ghaneses educados que asistían al evento no supieron exactamente de qué iba todo aquello, pero les sorprendió que yo tuviera el valor (¿chutzpah?) de tocar ante los jefes.

Omanhene (jefe general) de Kwawu

Daasebre Akuamoah Boateng II, Omanhene (jefe general) de Kwawu

Aprendí a actuar como un lingüista, y a ofrecer libaciones (oraciones) a los dioses y antepasados. Al jefe de Obo le encantaba pedirme que ofreciera libaciones cuando venían cristianos al tribunal, con sus botellas de licor (muchos eran abstemios) a pedir permiso para abrir una iglesia, hospital o escuela. Obo se seguía considerando (de una forma suavizada y no conflictiva) la principal oposición a la cristiandad en Kwawu, y el jefe de Obo se complacía en irritar a los misioneros llamándolos sus «hermanos y hermanas en Cristo», puesto que eran muy conscientes de que el jefe estaba tradicionalmente poseído por sus propios antepasados por línea materna. De hecho, todas las iglesias eran bienvenidas a Obo, donde la tolerancia era una forma de vida.

¡Eso sí que fue observación participativa!  Yo estaba cómodamente sujeto con mi cinturón de seguridad, y listo para volar.

Obo me había elegido

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