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UN VISTAZO A LA TORMENTA DE IDEASpor Phil Bartle, PhDtraducción de Mª Lourdes SadaNotas para el facilitadorCómo usar una sesión de tormenta de ideas como herramienta para obtener decisiones de grupo participativasResumen: La «tormenta de ideas» es una herramienta clave para facilitar la potenciación de grupos. Este documento discute algunas de las razones que yacen tras las reglas y la organización de una sesión de tormenta de ideas. También explica cómo se relaciona con el propósito general de fortalecimiento o de desarrollo de la capacidad de las comunidades de bajos ingresos. Introducción: El folleto de dos páginas sobre «la tormenta de ideas» es un esquema –la receta de «cómo» llevarla a cabo– dirigido a los participantes que están aprendiendo a moderar sesiones de tormenta de ideas para el incremento de la capacidad. No incluye teoría o explicaciones sobre los principios. Este documento está pensado para complementar ese folleto, y plantear algunas cuestiones que aclaren por qué estas sesiones están estructuradas de una forma en concreto, y cómo algunas de las reglas básicas contribuyen a objetivos específicos de la sesión y del desarrollo de la capacidad en general.
Los elementos de la tormenta de ideas que aquí se consideran son los siguientes:
La tormenta de ideas tiene potencial para ser una herramienta muy poderosa para lograr la meta general: el fortalecimiento de las comunidades de bajos ingresos (desarrollo sostenido). Ayuda a potenciar la comunidad, desarrollar su capacidad de tomar decisiones vitales sobre su propio destino y de desempeñar el papel que le corresponde en los procesos democráticos de su país y del mundo. Como todas las herramientas, los usuarios deben entenderla, y tienen que utilizarla de forma adecuada, si no quieren que provoque más daño que beneficio. Decisiones de grupo creativas y participativas: El objetivo de una sesión de tormenta de ideas es crear el entorno para que un grupo, no un individuo, tome una o varias decisiones de forma colectiva. Reduce el dominio de una persona o facción. Aumenta la participación de todos los integrantes, con un estímulo activo en especial a la colaboración de los miembros del grupo que normalmente no participan (por las razones que sean). El objetivo inmediato de la sesión de tormenta de ideas no es la «creatividad» como tal. Se agradecen y estimulan las soluciones innovadoras y poco tradicionales del problema, pero la sesión no será un fracaso aunque no se genere ninguna idea nueva. (En el conjunto del proceso de movilización, se promueve tanto el abandono de ideas y convicciones que impiden el proceso de fortalecimiento como la introducción de ideas nuevas para el grupo que contribuyan a la potenciación). Algunas ideas y convicciones pueden ser una novedad para el grupo, por ejemplo, que tienen el derecho y el deber de tomar las decisiones que les afectan, que nada les obliga a permanecer pasivos, que no es voluntad divina el que no hagan nada, que la integración cultural no significa aferrarse a prácticas tradicionales inservibles, que no tiene por qué aceptar pasivamente la enfermedad, la tiranía, la pobreza. Algunas ideas serán nuevas para el grupo participante sin necesidad de ser creativas en el sentido de universalmente nuevas. La participación es más importante que la creatividad. Durante la sesión de tormenta de ideas, la creatividad del grupo toma ventaja ante la creatividad individual. La intención es organizar una sesión de adiestramiento que promueva la participación en la toma de decisiones por parte de todos los miembros del grupo. Las decisiones que se tomen durante la sesión pueden ser decisiones importantes que afectan a toda la comunidad o a todo el grupo. (Este no es simplemente un ejercicio de una lección). Las reglas básicas de obligado cumplimiento durante la sesión favorecen un entorno que anima a participar (en la toma de decisiones) a los que normalmente no lo hacen. El papel del moderador: El papel del moderador en una sesión de tormenta de ideas es esencial. Un conjunto desorganizado de individuos, sin control, no va a organizarse espontáneamente para tomar decisiones de grupo importantes, ni va a comprobar que las aportaciones a esas decisiones vengan de todos sus miembros, en especial de los que tienden a no participar. Es necesaria una estructura, es decir, un conjunto de reglas básicas y un procedimiento ordenado para que el proceso discurra como se planeó. El papel del moderador es, primero, asegurarse de que existe esta estructura y de que se respeta. Después, el moderador debe comprobar que las decisiones provienen de todos los participantes como grupo, no de uno u otro, o de particulares o facciones dentro del grupo. Esto lo facilita la estructura, y es un producto de las acciones que emprende el moderador para extraer las sugerencias de los participantes en una sesión de grupo. El moderador necesita muchas aptitudes y experiencia de liderazgo. Si tiene estas aptitudes, y las pone en práctica al movilizar y organizar grupos comunitarios, es importante que no las utilice mal para conseguir metas personales y ventajas políticas individuales. El moderador tiene el papel de conducir a un conjunto no organizado de participantes individuales a través de un proceso que los moldeará y convertirá en un grupo que toma decisiones. Estas acciones de organización de una sesión de tormenta de ideas van «de arriba abajo» en el sentido de que es el moderador quien las introduce, no los participantes, pero están calculadas para guiar a ese grupo a la toma de decisiones (de abajo arriba) de grupo. Reglas contra las críticas y los comentarios: En un sistema político democrático, se permiten las críticas, e incluso se estimulan, en especial las críticas de la gente común a los líderes en los que confían, tan pronto como esos líderes se desvían de los deseos de la gente. En la estructura y la organización de la tormenta de ideas, por el contrario, se suprimen las críticas abiertas. Anime a los tímidos. El moderador debe estimular cualquier sugerencia, incluso las disparatadas. Algunos participantes pueden ponerle en evidencia y ofrecer deliberadamente sugerencias ridículas. No hay problema. No hay reacción, ni juicios de valores: simplemente escríbalas en la pizarra. Al priorizar (ver abajo), las sugerencias menos útiles van descendiendo hacia el final de la lista. Ahí no hacen daño, pero mientras tanto, los participantes tímidos se han animado a participar. Cuando se den cuenta de que no se les va a examinar públicamente, y no se espera que defiendan inmediatamente su sugerencia, es más probable que participen (el moderador ha creado un entorno seguro). Las críticas abiertas pueden hacer que una persona se sienta amenazada. En la tormenta de ideas, las críticas directas se retrasan y se dejan para cuando las sugerencias poco útiles están ya en los últimos puestos de la lista. Con este método, no se cuestiona la credibilidad de los participantes. Los comentarios son conversaciones y discusiones entre los participantes. Cuando un participante hace una sugerencia, el moderador debe escribirla tranquilamente en la pizarra, sin reacción, respuesta o réplica, y tampoco debe permitirlas por parte de ninguno de los otros participantes. Esto promueve el importante concepto de que el moderador no es partidista, y no está intentando imponer ninguna idea al grupo, sino sacar las opciones del su conjunto. En sesiones ordinarias (no de tormenta de ideas), se agradecen los comentarios y discusiones, pero en una sesión de tormenta de ideas pueden ser contraproducentes. Hacen perder el tiempo, alejan el proceso de los asuntos importantes en curso, desvían la atención del proceso de toma de decisiones y tienden a recompensar a los miembros más activos y menos tímidos del grupo, dejando a los callados en segundo plano. Más allá de la sesión de tormenta de ideas, la movilización pretende estimular una mayor participación de grupos y categorías de gente que sistemáticamente ha sido excluida de las prácticas de toma de decisiones en el pasado. El activista ha hecho una extensa investigación sobre la comunidad, y a estas alturas debe saber mucho sobre sus características. Los grupos y categorías que se excluyen a menudo son, entre otros: mujeres, ciertos grupos de edad (jóvenes, viejos), discapacitados (físicos, mentales), pobres y débiles, personas reticentes (tímidos y faltos de confianza), minorías étnicas o lingüísticas, analfabetos y otras personas vulnerables y marginadas. En la petición de sugerencias, el moderador debe llamar individualmente a la gente que no ha ofrecido ninguna de forma espontánea. El facilitador debe recordar a los participantes que la regla básica contra las críticas y los comentarios es temporal, y sólo se aplica a la sesión de tormenta de ideas, y que sólo están prohibidos durante su duración, que tanto las críticas como los comentarios se permiten fuera de la sesión de tormenta de ideas. El uso de una pizarra o papel en la pared: El proceso de toma de decisiones (durante una tormenta de ideas) pretende ser un proceso de grupo. La pizarra ayuda al moderador a desarrollar la percepción de que la decisión es una decisión de grupo y no individual. La «pizarra» de la que se habla en el folleto y en otras partes de este documento puede ser muchas cosas. La forma más tecnológicamente avanzada de la gama puede ser un proyector de transparencias, en el que el moderador utilizará un rotulador especial sobre folios de plástico transparente durante el proceso. Las mas populares, si están disponibles, son las pizarras blancas con rotuladores adecuados, que se pueden borrar. En las escuelas locales de pueblos rurales aislados hay pizarras más o menos convencionales (a veces contrachapado pintado de negro, difícil de escribir) y los moderadores emplean tiza para escribir las sugerencias de los participantes. Si no hay otra cosa disponible, utilice barro o arena sobre el suelo, y un palo para escribir. Cuando los grupos están compuestos de analfabetos, los dibujos y símbolos son útiles. Los moderadores más organizados que pueden invertir en material utilizan fotos y dibujos que pueden pegar en la pizarra (por ejemplo, figuras de fieltro sobre tableros de fieltro: el «fieltro» es un tipo de tela suave, que no se deshilacha). El activista debe estar muy familiarizado con la cultura de la comunidad. Las investigaciones han demostrado que un dibujo que parece obvio a la gente de una cultura, puede ser interpretado de forma radicalmente diferente por la gente de otra cultura. Utilizar una pizarra y un rotulador es una parte necesaria del proceso: ayuda a hacer las decisiones más objetivas o «distantes», menos asociadas con individuos particulares. El proceso no es tan efectivo si todo es verbal. Cuando las sugerencias disparatadas se escriben pero más adelante se borran o eliminan, nadie pasa por tonto. La reordenación de las sugerencias, según la prioridad, es muy transparente y pública, y desvía la atención de los particulares. Por esas razones, la pizarra y el rotulador son elementos esenciales de la estructura y el proceso de la sesión de tormenta de ideas. El contenido y el orden de sus temas: Se puede escoger cualquier combinación de decisiones. Las tres que se presentan en esta serie de módulos están relacionadas con proyectos comunitarios:
Primera versión:
Segunda versión:
Tercera versión:
Las dos primeras versiones son las cuatro preguntas esenciales del adiestramiento para la gestión. Realmente son formas ligeramente diferentes de decir lo mismo. Ver Las cuatro preguntas clave del adiestramiento para la gestión. La tercera versión es el mismo conjunto de las cuatro preguntas clave expandido al formato común de un diseño de proyecto (utilizado con frecuencia como propuesta de proyecto). Ver Diseño de proyectos. Es importante tener un contenido, o conjunto de temas, sobre los que el grupo deba tomar decisiones. No lograremos nuestro propósito si simplemente se reúne al grupo y se le dice que tomen una serie de decisiones creativas. Preguntarán «¿decisiones sobre qué?» En cada una de las tres versiones de arriba, cada línea separada es una sesión de toma de decisiones. El moderador plantea una cuestión y pide sugerencias de los participantes (haga hincapié en las reglas básicas cuantas veces sea necesario). Conforme los participantes van haciendo sugerencias, no importa lo ridículas o irrelevantes que sean, el moderador las escribe en la pizarra. El hecho de que estén escritas las distancia del participante que ha hecho la sugerencia, y las hace más fáciles de manipular. Las tres versiones que se listan aquí conducen a la acción, o al menos a la posibilidad de que el moderador esté en posición de organizar al grupo para la acción. Esta es la forma en el que este «adiestramiento para la gestión» va más allá de la transmisión de conocimientos e incluye organización y movilización. Ver Adiestramiento de activistas. El proceso de «priorizar»: En cada etapa de la sesión, después de que se hayan hecho todas las sugerencias y el moderador las haya escrito en la pizarra, se deben decidir las prioridades. El moderador pide a todo el grupo que reordene las sugerencias. Cuando hay varias que parecen ser distintas maneras de decir lo mismo, se agrupan, o se borran las repeticiones. Se agrupan también las que son similares. Luego se clasifican, con las más importantes arriba. El moderador pide al grupo que ayude a decidir cuáles tienen prioridad («tener prioridad» reduce la noción de que una idea es «mejor» que otra, que las ideas de un participante son mejores que las de otros, ayudando a salir del paso a todos los que contribuyeron con ideas que han quedado atrás). Es importante notar que, en este punto, es útil tener poca memoria. El autor de cada decisión no se menciona. Esto ayuda a evitar que la gente vea cualquiera de las sugerencias como propiedad personal de alguno de los participantes. Cuando las ideas descabelladas van bajando puestos en la lista de prioridades, nadie se siente perjudicado o intimidado: se concentran en priorizar y en la elección de la sugerencia más importante. Esto requiere ciertas aptitudes por parte del moderador, que se adquieren con la experiencia. Para el moderador es una ayuda el recordar al grupo que las sugerencias vienen de ellos. Cuando el grupo, en la sesión, acuerda un orden de prioridad, el moderador debe recordarles otra vez que las sugerencias han salido de ellos (no del moderador). El moderador tiene un papel de fuerte liderazgo en la organización de la estructura, el proceso (las reglas básicas y cómo se dirige la sesión), pero también tiene que dejar claro que el contenido (del proceso de toma de decisiones de grupo) viene, y así debe ser, de los participantes. La convocatoria para la organización y la acción: La tormenta de ideas, aunque es un tipo de sesión de adiestramiento, no está pensada para adiestrar sobre la toma de decisiones de grupo. Es un proceso de toma de decisiones de grupo. En la tercera pregunta de las dos primeras versiones de las cuatro preguntas claves, arriba, se pregunta «cómo». En la tercera versión, la penúltima (decidir sobre la organización) es otra forma de preguntar «¿cómo?». Cómo se debe actuar (conseguir los objetivos) es elección o decisión del grupo. Si esto se hiciera en una escuela o instituto, quizás los participantes escribirían simplemente su opinión sobre cómo organizar la consecución de su meta prioritaria. En esta sesión de gestión para fortalecer una comunidad o grupo, por el contrario, el propósito real es preparar y organizar al grupo para que puedan llevar a cabo sus objetivos. Recuerde que «esto es adiestramiento para la acción». El resultado de la sesión será que el grupo no sólo ha escogido sus objetivos prioritarios, sino que también se ha organizado para ser capaz de conseguirlos. Conclusión: El folleto de dos páginas que describe la tormenta de ideas parece bastante simple, y las reglas básicas y los procedimientos del moderador resultan sencillos y simples, aunque un poco dictatoriales. El razonamiento tras ello es justo lo contrario de dictatorial, es potenciar un grupo para que empiece a tomar sus propias decisiones colectivas, y las consideraciones sociológicas que subyacen detrás de todo el proceso están lejos de ser simples. Esperamos que todas las explicaciones anteriores las aclaren un poco. ––»«––Sesión de tormenta de ideas: © Derechos de autor 1967, 1987, 2007 Phil Bartle
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