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Equilibrio entre sexos






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Estrategias con los sexos

por Phil Bartle, PhD

traducción de Mª Lourdes Sada

Notas para el activista

Métodos que el activista debe utilizar para sensibilizar sobre las diferencias entre los sexos y promover el equilibrio

Esta es una introducción a los asuntos más importantes sobre las diferencias entre los sexos, y algunos de los métodos que pueden usar los trabajadores comunitarios sobre el terreno.

Introducción:

Este documento, como muchos otros en este sitio, se dirige al activista comunitario sobre el terreno, y no es un tratado teórico o académico. Está pensado para presentarle al trabajador sobre el terreno algunos de los temas relacionados con los sexos, y ayudarle a desarrollar la capacidad de sensibilizar sobre estos temas e impulsar a las comunidades y organizaciones a través del incremento del equilibrio y la equidad entre los sexos.

La Honorable Mary Nagu, Ministra de Desarrollo Comunitario, Mujeres e Infancia de la República Democrática de Tanzania dijo, «No se puede tener un desarrollo comunitario genuino sin equilibrio entre los sexos, y el elemento más importante para conseguirlo es la participación comunitaria» (comunicación personal, Estambul, 1996).

Evidentemente, el trabajo comunitario es un canal muy útil para sensibilizar sobre el tema de la diferencia entre los sexos y para equilibrar algunas desigualdades. A la inversa, el trabajo comunitario estaría incompleto sin la sensibilización y la armonización entre ellos.

Sexismo contra sexo:

Algunos partidarios de la línea dura a favor de la opresión de las mujeres argumentan que la palabra «sexismo» no es una palabra legítima, sino que ha sido creada para atacar la estructura social tradicional. Esto es incorrecto, y será útil para el activista saber algunas cosas sobre la palabra «sexismo», porqué se utiliza, y su importancia en el desarrollo de las capacidades, la generación de ingresos y la potenciación de las comunidades de ingresos reducidos.

Podemos comenzar por distinguir entre las palabras «sexo» y «sexismo».

En líneas generales, el «sexo» es biológico, y el «sexismo» es social. Las características biológicas se transmiten y conservan a través de las generaciones por los genes (y la reproducción sexual), mientras que las características sociales se aprenden, transmiten y conservan (por medio de símbolos, no genes) a través de la comunicación y el aprendizaje (reproducción social). El sexo distingue entre «macho» y «hembra», mientras que en el sexismo, como en la gramática, se diferencia entre «masculino» y «femenino». (Investigaciones genéticas revelan que puede haber más de dos sexos, quizás tantos como cinco combinaciones diferentes de cromosomas X e Y y los genes con los que están relacionados).

Lo que constituye lo «masculino» o lo «femenino» es muy variable, y difiere de una cultura a otra, de una era a otra en la historia. Esto implica que los atributos sociales (masculino y femenino) que, aplicamos a diferentes personas, en respuesta a sus características biológicas, es una arbitrariedad cultural, y puede cambiarse en un proceso de desarrollo u otro cambio social. (Nuestras características biológicas están determinadas en su mayor parte por nuestra herencia genética, y se pueden cambiar, con muchas más dificultades, por medio de cirugía, medicación u otros procedimientos físicos).

Los derechos humanos:

Aunque los valores varían de una comunidad a otra, de un país a otro y de una época a otra, podemos aceptar que hay un consenso general sobre lo que está bien o mal en ciertos conceptos amplios. El racismo es uno de estos conceptos, y en general se considera que esta mal, aunque es posible identificar personas que mantienen valores racistas.

La creencia esencial del racismo es que algunas personas se caracterizan por ciertos atributos físicos (color de la piel, del pelo, estructura de los huesos). Los racistas creen que estos atributos físicos confinan a la gente que los presenta a una categoría, y que ciertas características no físicas, sociales, psicológicas y culturales se deben aplicar de forma automática a todos los de esa categoría.

Las creencias racistas típicas incluyen estereotipos como (1) «todos los negros tienen sentido de la música», (2) «todos los blancos son racistas», (3) «todos los judíos son un lince en cuestiones de dinero» o (4) «ciertas personas no merecen confianza, son promiscuas, tacañas, ilógicas y sedientas de poder» –y así podríamos continuar.

Estos estereotipos se citan con frecuencia para justificar el trato selectivo, desfavorable o discriminatorio que se da a algunas personas, o para justificar leyes que restringen su total participación en la vida civil. Cuando se analiza, resulta obvio que el sexismo es esencialmente lo mismo que el racismo. Es convertir en estereotipos características no físicas sino sociales, y el comportamiento consecuente con respecto a las categorías de las personas que comparten ciertas características biológicas.

Si estudiamos acuerdos internacionales como la Declaración de los Derechos Humanos, podemos encontrar los valores generales por los que trabajamos. Entre ellos, la idea de que todo el mundo tiene derecho a servicios, oportunidades, trato legal o acceso a la participación en la vida civil sin importar la raza, sexo, creencias o prácticas religiosas u otras categorías que tienden a dividir a la única raza humana.

En cualquier caso, sabemos que en las comunidades pobres y de escasa educación, remotas y aisladas, nuestras comunidades de destino, estos valores no se comparten, y a menudo, ni siquiera se conocen. Esto pone una carga de responsabilidad en el activista comunitario y en los que deben facilitar el desarrollo de las capacidades: dar a conocer y entender estos valores, y trabajar, como agentes del cambio, para la implementación de estos valores universales, como parte del proceso de movilización.

Política y economía:

Todos los individuos humanos pueden contribuir a su sociedad y comunidad, en diferente forma y cantidad. La comunidad y la sociedad se refuerzan con esas contribuciones gracias a estas variaciones, y no a pesar de ellas.

Si es costumbre de un grupo excluir sistemáticamente a cerca del 50% de su población de las actividades productivas, el rendimiento de estas actividades sufrirá, en consecuencia, una pérdida de la mitad de su producción potencial. A causa del efecto multiplicador, si se añade este 50% de producción, la pérdida de rendimiento será mucho mayor que el doble, quizá hasta cinco veces mayor. La exclusión de la mitad de la población en base a su sexo hace mucho más que un 50% de daño a la economía. Económicamente, parece que lo más sensato es incluir a mujeres y hombres por igual en la producción económica de cualquier comunidad o sociedad.

Paralelamente, si un grupo tiene por costumbre excluir sistemáticamente al 50% de su población de la toma de decisiones políticas (decisiones que afectan a toda la comunidad o sociedad), la variedad de posibles decisiones se reduce. La visión que una comunidad o sociedad tiene de su propio futuro y de sus propias posibilidades se limita. Pierde valor. Parece sensato, políticamente hablando, incluir igualmente a las mujeres en el proceso político de toma de decisiones dentro de cualquier sociedad o comunidad.

Otra forma de ver y comprender esta pérdida es considerar qué pasaría si se excluyera sistemáticamente a los hombres de la actividad económica y de la toma de decisiones. No hay ninguna razón científica para asumir que la contribución de los hombres es en alguna manera mejor o mayor que la de las mujeres. Las personas a las que se excluye habitualmente (por ejemplo, las mujeres) de participar plenamente en el sistema político y en la economía, constituyen un recurso valioso que no debe ser despreciado ni pasado por alto en el desarrollo de una organización, comunidad o sociedad. Sin ellos, la pobreza será mayor.

Una comunidad será política y económicamente más fuerte, más variada, más creativa, productiva y equitativa si tanto a las mujeres como a los hombres se les dan las mismas oportunidades de participar en la vida económica y política.

Cuestiones culturales:

En un taller comunitario moderado por dos mujeres jóvenes del ministerio ugandés de relaciones entre los sexos (en nombre de nuestro programa comunitarios de fortalecimiento), escuché a un hombre que exclamaba: «¿Estáis tratando de acabar con nuestra cultura?». Estaba convencido de que el hecho de que las mujeres considerasen a todos los hombres superiores a ellas era lo que la tradición ordenaba y estaba justificado culturalmente, que participar en la toma de decisiones no era asunto suyo y que su papel era servir al hombre.

«No, –respondió la joven que dirigía la reunión– no estamos tratando de acabar con nuestra propia cultura. Lo que queremos es fortalecer sus mejores partes y dejar atrás las que ya no sirven».

Usted, como activista, necesita respuestas para aquellos que argumentan la preservación de su cultura, los que temen que si cambia algunas actitudes destruirá esa cultura.

Comience por entender bien qué es cultura (repase la noción de cultura en el documento Cultura). La cultura es algo vivo (un organismo), más social que biológicamente. Consiste en todas las cosas (actitudes, comportamiento, creencias) que se aprenden, en lugar que heredarse genéticamente. Para seguir viva, debe crecer y adaptarse, lo mismo que los organismos biológicos. Crecer y adaptarse significa cambiar.

Todo lo que se conserva está muerto. Las sardinas deben morir antes de ser conservadas en una lata. Los encurtidos de un bote de conservas están muertos. Los artefactos de un museo están muertos. No cambian, y éste es el objetivo de su preservación.

Como activistas, nosotros respetamos y honramos su herencia cultural. De todas formas, vemos nuestra cultura como algo vivo, no muerto (no cambiante) como el latín. Así, para que nuestra respetada cultura sobreviva, debe crecer y adaptarse, y por tanto, cambiar con los nuevos tiempos, con las transformaciones en el entorno mundial. El cambio es inevitable. Si ha de haber un cambio, es mejor tener alguna influencia sobre la dirección de este cambio en vez de que sea determinado culturalmente sin nuestra participación. Si nuestras leyes deben cambiar, mejor que cambien de acuerdo a la declaración universal de derechos humanos que con las leyes de la jungla urbana.

A corto plazo, la participación equilibrada de ambos sexos puede ir, aparentemente, contra la tradición, especialmente donde las mujeres han estado sojuzgadas en el pasado. Por el contrario, a largo plazo, la participación igualitaria de mujeres y hombres contribuirá a reforzar sociedades y comunidades, y por tanto, al fortalecimiento, crecimiento y supervivencia de nuestra cultura.

Las cinco secciones anteriores explican la naturaleza social y cultural de la diferenciación entre los sexos, y la necesidad de equilibrarlos para fortalecer la sociedad y sus comunidades, mientras que las secciones siguientes le guían para crear sus propias estrategias como activista, para ayudar y orientar a las comunidades a conseguir la equidad y la justicia entre los sexos.

Concienciación:

No podemos solucionar un problema si no sabemos que existe.

Recuerde que los miembros de la sociedad y comunidad deben resolver sus propios problemas sociales y comunitarios. Como en todo desarrollo comunitario, usted no desarrolla la comunidad, es la comunidad la que se desarrolla por sí misma. Su intervención, guía, estímulo, adiestramiento y apoyo proporcionarán cierto encauzamiento, pero son los miembros los que deben hacer los cambios.

Muchos de ellos no verán, o no querrán ver, que hay un problema que necesita solución. Muchos miembros de la comunidad se benefician de una situación de desigualdad y se sienten amenazados por cualquier cambio que pueda reducir su posición, prestigio, poder o ventajas económicas. Los que tienen semejantes intereses creados dirán que no existe tal problema o argumentarán que la modificación de las prácticas y creencias tradicionales destruirá la cultura.

Su respuesta a lo primero debe ser convencer, concienciar y sensibilizar a todos los miembros de la comunidad. Lo segundo, enfrentarse con los intereses creados, se describe en la próxima sección. El proceso de concienciación de una audiencia seleccionada consigue mejores resultados a través de métodos participativos. Recuerde que aprendemos un poco escuchando, algo más viendo las cosas hechas, y sobre todo involucrándonos: haciéndolas.

Recuerde que los miembros de la comunidad serán más proclives a asumir responsabilidades en un proyecto si son ellos los que han tomado la decisión de emprenderlo, si no sienten que se les ha impuesto desde el exterior. Deben ser «propietarios» del proceso o proyecto. Eso es un principio básico del desarrollo comunitario como se explica en el Manual para activistas.

Su método elemental en las reuniones de grupo, debe ser preguntar, como hacía Sócrates. No se trata de predicar, arengar o dar conferencias a los participantes.

Hágales preguntas que les induzcan a mirar a la situación de su propia comunidad en términos del equilibrio entre los sexos, cómo está y cómo podría estar. En cualquier caso, no hará ningún daño reunirse en privado con religiosos concienciados y simpatizantes de esta causa, líderes comunitarios y personas con influencia en la opinión pública, y animarles a que prediquen, den charlas o arenguen sobre el tema.

Las preguntas sobre el equilibrio entre los sexos no tienen porqué estar restringidas a talleres especiales dedicados sólo al sexismo (lo que hace de este tópico un tema marginal, y a menudo acaba por ser una prédica a los convencidos), sino que puede estar completamente integrado en cualquier adiestramiento para la gestión, y en toda movilización que la comunidad emprenda para cualquier proyecto comunitario.

Promover el equilibrio entre los sexos:

En el mundo real hay grandes desigualdades indefendibles, en las que los hombres están consagrados a ciertos quehaceres, y las mujeres a otros, generalmente creando una situación desfavorable de ellas con respecto a los hombres. Una de las metas del equilibrio entre los sexos debe ser la corrección de estas grandes desigualdades. (Una cuota estricta del 50% exacto para todos y cada uno de los quehaceres sería demasiado rígida, y trabajar con esta premisa puede causar problemas en lugar de resolverlos).

Después de ver que la noción de igualdad entre los sexos es coherente con nuestros más elevados valores de derechos humanos, a la vez que ventajosa para nuestra cultura, incluyendo sus sistemas político y económico, necesitamos preguntar qué métodos podemos adoptar para trabajar en su consecución. No es el momento de aplicar una receta, intentando una corrección estándar en todas partes. Es importante analizar cada situación y encontrar una solución apropiada a cada caso.

Catalina Trujillo, del programa de mujeres en el hábitat de CNUAH, usaba un conocido eslogan en el contexto de este objetivo: «Pensar globalmente, actuar localmente». Ver CNUAH (UNCHS)

Cuando contemple cualquier cambio social, encontrará gente que está a favor y gente que está en contra. Este es un conflicto que se estudia en el manual del activista, referido al aumento de la participación comunitaria. Las personas que se oponen al cambio son habitualmente los que creen que perderán algo que tienen si el cambio se produce.

Sorprendentemente, a veces los perjudicados se oponen al cambio, y esto sucede porque creen que van a perder algo, aunque lo que pretenden conservar no le parezca valioso a usted. A veces, la gente que esta oprimida, esclavizada o prisionera no quiere perder estas cadenas, porque les dan seguridad y no necesitan asumir responsabilidades ni tomar decisiones, y eso lo van a perder. La gente que se da cuenta de que se beneficiará con el cambio, como ya puede adivinar, son aliados o aliados potenciales de usted y de otros que quieran llevar a cabo los cambios.

Sus estrategias, en cualquier caso, deben demostrar que los cambios propuestos beneficiarán a todo el mundo, incluidos los que ahora piensan en lo que perderán. Haga que los cambios merezcan la pena para los que se oponen a ellos, y cesará su oposición. Quizá incluso apoyen activamente los cambios. Todo esto parece un concepto simple, pero no es tan sencillo de acometer.

Otro paralelismo se da en la organización de sindicatos. Al organizar un sindicato, los miembros se beneficiarán de mejores pagas y condiciones de trabajo, pero sólo si todos o al menos un número suficiente se adhieren a la unión.

Ya sabemos, como se ha descrito anteriormente, que la organización, sociedad o comunidad se beneficiará de la participación por igual de mujeres y hombres. Eliminar las restricciones de participación de cualquier categoría de personas significará que la producción (política, cultural, técnica, económica) será más variada, más rica y más creativa. Esto incrementará el poder del conjunto (aumentará su capacidad), y todos sus miembros se beneficiarán. Esto es más fácil de comunicar a las personas que tienen más conciencia política y social.

En cualquier caso, su trabajo de sensibilización, como se menciona arriba, no debe insistir solamente en las desigualdades, sino también demostrar los beneficios del aumento de equilibrio entre los sexos al conjunto y a cada uno de sus miembros.

El principio es que una política de inclusión será beneficiosa para el grupo (comunidad, organización y sociedad) y para las personas que lo componen.

Propagación de las ideas:

Una estrategia común en muchos cambios sociales o programas de desarrollo consiste en iniciar el cambio en un área o sector, y luego, basándose en el éxito y en la experiencia, propagarlo a toda la sociedad.

Para su trabajo, movilizar comunidades, reducir la pobreza, facilitar el desarrollo de las capacidades de las organizaciones, adiestrar para la gestión, promover la autosuficiencia, esta estrategia de propagación no es recomendable. La propagación de la conciencia de las diferencias entre los sexos y la promoción de su equilibrio se consigue mejor desde el principio de sus actividades y debe continuarse a lo largo de todas ellas.

El problema de concentrarse en el sexismo en sectores o áreas concretas en un principio es, como se ha mencionado, que puede dar lugar a la marginalización de la cuestión. Si organiza talleres sobre el sexismo, es fácil que atraiga sólo a participantes que ya están sensibilizados con el problema y a favor de solucionarlo. Si incluye la concienciación sobre las diferencias entre los sexos y las estrategias para encontrar el equilibrio entre ellos como un tópico específico en todas su sesiones de adiestramiento y las integra en el resto de su trabajo, resultará más fácil que muchas personas escuchen el mensaje.

El único caso en el que puede ser útil un taller específicamente dedicado al sexismo es cuando organice un AI (adiestramiento de instructores) o cuando informe a su personal sobre el terreno o voluntarios. En este caso necesita concentrarse en desarrollar estrategias más que en el compromiso de sensibilizar en sí mismo. Aquí no está implementando una estrategia contra el sexismo como tal, sino preparando a su personal y aliados para planificar una estrategia contra el sexismo.

Mientras tanto, es preciso integrar la concienciación sobre las diferencias entre los sexos y su equilibrio en todas sus actividades, movilización de comunidades, formación de grupos, adiestramiento para la gestión, desarrollo de la capacidad, reducción de la pobreza. La propagación debe incluirse desde el principio.

Conclusión:

Concienciar sobre las diferencias entre los sexos y promover el equilibrio entre éstos es una parte esencial de la movilización, del adiestramiento para la gestión, del desarrollo de las capacidades y de la reducción de la pobreza. Es preciso que desarrolle estrategias específicas, que identifique a los que se oponen al cambio, que les convenza de los beneficios que este cambio tiene para ellos mismos y que integre este tema en su trabajo desde el principio.

No hay una receta concreta ni una lista de instrucciones a seguir. Tiene que analizar la situación, utilizar los principios esbozados en este documento y crear una estrategia adecuada a cada caso que sea efectiva.

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Última actualización: 13.04.2011

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